TRIBUNA ABIERTA

‘Foto sexy vs. frase literaria’

Salta a la vista que a las personas les gusta hacerse fotos sexys y subirlas en sus redes sociales: frunciendo los labios en modo beso ruidoso (lo que en España llamamos “poner morritos”); de cuerpo entero, en bikini o con un vestido de esos que se ajustan como un guante; escotes, piernas, mucha carne expuesta aunada a miradas perdidas o insinuantes. Y hasta aquí no hay problema porque, oye, si tenemos una buena foto de las doscientas mil que nos hemos disparado, pues ¡hay que compartirla! Lo que me chirría en la mirada, y más en el pensamiento, es esa extraña necesidad de emparentar la foto sexy con alguna frase memorable de la literatura universal. ¿Qué necesidad de mezclar la gimnasia con la magnesia, señores? ¿Se busca matar la vergüenza citando a Oscar Wilde? ¿Se intenta dejar constancia de “estoy muy buena/o y además he leído mucho”?

Y no se trata de un asunto exclusivamente femenino (aunque, para qué negarlo, en la mayoría de los casos somos nosotras la que intentamos fusionar el Playboy con la Real Academia Española), porque la foto que me lleva a esta reflexión es de un chico que, mirada matadora, abdominales en cuadritos y jeans mega apretados, invoca al mismísimo Buda y se queda tan ancho (de conciencia que no de cintura). Así que, queridos lectores, les invito a conspirar contra este disfraz literario con el que se pretende bajarle el tono a las fotos que deliberadamente nos hacemos y compartimos. ¡Basta de complejos! Suba usted señora esa foto donde está divina, cuelgue usted señor ese collage torso desnudo, pero no ponga una frase aleccionadora, ni motivadora, ni memorableÖ Y si no puede evitarlo, si usted necesita compartir ese frasón que le recuerda hoy su agenda del día, pues cuélguela con una foto del mar, de una montaña e incluso de una naturaleza muerta. Es más efectivo y, como decía mi madre: “cada cosa en su lugar y un lugar para cada cosa”.

Hasta la próxima y ¡salud, que belleza sobra!

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