SABER NO PESA
Canonización

Se denomina con este término al acto mediante el cual la Iglesia católica declara como santo a una persona fallecida. Originalmente los santos eran declarados por aclamación popular en un acto espontáneo de la comunidad cristiana; luego, para evitar abusos, los obispos asumieron la responsabilidad de la declaración de los santos en sus respectivas diócesis. A los santos reconocidos se les asignaba un día de fiesta, generalmente el aniversario de su muerte. Los primeros santos fueron los doce apóstoles.
La canonización no santifica a ninguna persona; consiste en un testimonio de que ella fue santa al momento de su muerte. Durante este proceso se dilucida la duda acerca de la santidad de una persona por medio de una de dos vías: la vía de las virtudes heroicas o la vía del martirio.
Los primeros procesos canónicos se realizaron a finales del siglo X, siendo el primer santo canonizado por proceso Ulrico de Augsburgo y la primera santa, Wiborada. El período transcurrido entre la muerte y la canonización de los santos ha sido muy variable, desde siglos hasta menos de un año. Tal es el caso de san Pedro Damián, quien fue canonizado 756 años tras su deceso; mientras que la canonización de san Antonio de Padua se efectuó 352 días tras su muerte.