PSICOLOGÍA A SU ALCANCE
El tan buscado punto G

El punto G debe su nombre al apellido de su descubridor Ernst Grafenberg, médico alemán que, en 1970 describió una área pequeña en la pared anterior de la vagina que al estimularla producía un orgasmo acompañado de la emisión de un líquido. Unas dicen hallarlo, otras no lo localizan, mientras tanto algunos sexólogos consideran que hay poca evidencia anatómica, bioquímica y psicológica que avale la existencia de este punto erógeno, mientras otros lo afirman.
Lo cierto es que son varios los estudios que se han hecho sobre el tema. Ahora bien, apartándonos de las diversas teorías, el punto G de toda mujer debe integrar varios matices como lo es sentirse atraída por su pareja en todos los aspectos, experimentar pasión y sentirse amada, respetada, estable y confiada en cada ocasión.
Si aún conservan ese amor que hace latir el corazón con la misma emoción del primer día, y que con galantería y sutileza han atesorado como pareja no hay que explorar lo desconocido, sino afianzarse en lo que se tiene y se vive lejos de la rutina. Por encima de todo cuenta ese respeto mutuo, esa palabra de amor, esa muestra de cariño, una caricia inesperada que hace que siempre estés dispuesta a dar y recibir lo mejor del instante. Si en vez de pasar el momento tratando de encontrar el famoso punto G, se dedican a besarse y mimarse conscientes de que hombre y mujer no reaccionan de igual modo, de seguro que el resultado será más placentero. ¡Vamos a valorar el tiempo que pasamos juntos en nuestro diario vivir, en nuestra intimidad, y veremos que tal vez nos estamos perdiendo de algo más emocionante mientras buscamos el punto G!