MEMORIAS DE VIAJES

Atención excelente en trattoria de Madrid

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Carmenchu BrusíloffSanto Domingo

Tras un vuelo de ocho horas desde Santo Domingo a Madrid, en el que pude cómodamente dormir casi todo el tiempo, llego a la capital de España. Hace un frío que cala hasta los huesos, pero voy bien abrigada. Alojada en el Aparta Hotel Serrano Recoletos (antes llamado Apartamentos Recoletos, y el cual está siendo remozado) en la calle Villanueva del barrio de Salamanca, deshago la maleta, tomo una ducha caliente y salgo a deambular por la zona. Tengo más de un año sin visitar España. En el entorno descubro un par de, para mí, nuevos restaurantes.

En la esquina funciona uno moderno. Veo sus instalaciones a través de las vidrieras. Parece especializado en carnes y anuncia desayunos. Sin embargo, a la hora del almuerzo, me dirijo hacia otro restaurante, también nuevo para mí. Está a una corta cuadra, en la calle Gil de Santivanes; Flavia, especializado en pastas. Su menú del día cuesta 16.50 euros.

En su piso a nivel de calle, me agrada el ambiente: butacas con brazos y paredes revestidas con láminas de espejos, entre otros interesantes detalles.

Hacia el segundo nivel, donde funciona la barra y hay mesas altas con taburetes y mesas de altura normal, conducen unos cinco escalones. Hay un grupo de gente joven almorzando. En cuanto al sótano, no sé si tiene comedor. En diferentes pun tos de la trattoría, destaca el verdor de las plantas. Algunas cuelgan desde el techo de varios niveles. Pido una copa de vino tinto (Tramuz Ribera del Duero) y lo acompaño de palitos tostados con ajonjolí.

Del menú del día elijo como primer plato crema de verduras.

Viene con crotons aparte. La camarera pregunta si me gusta el aceite picante. Lo trae, por si quiero echarle. Una señora italiana (¿gerente o propietaria?) trae queso manchego rallado, por si me apetece. La atención es excelente. De segundo plato me inclino por la pasta con pomodoro (tomate) fresco y mozzarella. “¿Le pongo queso (rallado)? ¿Quiere dos cucharadas?”.

¡Claro!! Servida en un plato hondo, está al dente.

¡Qué bien! Al momento del postre pregunto a la camarera qué es Panacota. “Nata cocida italiana”, responde. Eso quiero.

Al traerlo dice: “Señora, que disfrute el postre”. ¡Y vaya si lo disfruto!

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