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Juan F. Puello HerreraSanto Domingo

“En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó”. Amando a Dios de todo corazón sin utilizar muchas palabras, gozamos de una experiencia personal de su protección sin límites. Dios siempre premia la inocencia del justo, principalmente cuando este confiesa sin una falsa humildad su total adhesión a Él.

La constante de la actuación divina va en proporción a la sinceridad que le imprima el orante.

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