COSAS DE DUENDES
Un alarido a coro

La parte más difícil en la investigación de un robo, suele ser, saber dónde está lo robado. Puede costar mucho esfuerzo descubrir el paradero de artículos hurtados. Pero en el caso de los espejos retrovisores, que todos los días son arrancados a vehículos de particulares, es diferente. Cualquier ciudadano sabe hacia dónde los llevan. ¿Usted ha escuchado el rumor? Sí, dicen que a una calle en Villa Juana. En ese sitio los ladrones y sus socios venden, a la vista de todos, los espejos que despojan a los vehículos ajenos. Ahora hay una epidemia. El robo de espejos retrovisores está de moda. El empleado de una casa distribuidora de vehículos me contó que reciben un mínimo de diez unidades diarias a las que delincuentes han desmontado esas piezas vitales para la orientación del conductor. El tema surgió porque una señora llevó su vehículo nuevo para que le instalaran los dos espejos que se los habían arrancado el día anterior. Ella contó que una cámara de vigilancia había registrado el momento del robo. El encargado de seguridad del establecimiento, frente al cual se había estacionado, se tomó la molestia de revisar el video hasta que llegaron al momento en que el delincuente quitó los dos espejos. “Ese es de los que roban para drogarse”, dijo el guardia y pasó a otra cosa mientras la dueña del vehículo escuchaba las recomendaciones de varias personas presentes: “Nunca se estacione en la calle, ni en lugares solitarios y oprima el botón que pliega los retrovisores.” Y, luego, los consejos más asombrosos: “Lo que usted tiene que hacer es ir a la calle Veinte, en Villa Juana. Allá es que se venden todos esos retrovisores que se están robando. Es más, usted puede conseguir el suyo. En cuanto se asome por ahí, un muchacho, en un motor, se acerca para informarle que tiene los que usted necesita”. Ella les respondió que si compra retrovisores robados, nunca se les va a acabar el negocio. ¡Eso no lo para nadie!, escuchó un afinado coro. Y le aclararon que no se trata de algo oculto, ocurre a pleno sol. Bueno, tal vez , estas personas exageraron y no todos los retrovisores van a parar a la Veinte y tampoco la Policía está al tanto. Pero como la ley dice que la justicia puede actuar por rumor público, quizás alguien se anime a investigar la mafia que roba y vende retrovisores porque la denuncia de que van a parar a un solo sitio no se trata ya de un rumor, sino de un alarido y a coro.