FÁBULAS EN ALTA VOZ
Educación por la salud ambiental

Sarah goza de excelente salud. Su buen estado obedece a que la niña de nueve años reside en un pueblito donde todos apuestan a cuidar el medio ambiente.
Allí está rotundamente prohibido tirar desperdicios a la calle, tanto así que por violentar esta regla, la ley establece una pena carcelaria a quienes delinquen al respecto.
Todos se cuidan de hacerlo. En sus casas comienza el orden. Los desperdicios deben ser clasificados. Dependiendo del tipo que sean van a una bolsa diferente. Ello garantiza la fácil recogida de la basura de los camiones que dos veces al día pasan por los distintos sectores a recoger la basura.
Las jornadas de limpieza de las calles involucran a toda la comunidad. El trabajo es fácil. Es sólo mantener higiénico el entorno. No hay nada que recoger. Allí aplican que el dicho de que la ciudad más limpia no es la que más se asea, sino la que menos se ensucia.
Todo esto es lo que le permite a Sarah y a todos los niños del pueblito que se diviertan libremente y sin temor de salir afectados por bacterias, virus, plagas y, sabrá Dios cuántas cosas, de las que surgen de los desperdicios. Los pequeños montan bicicleta, patineta, corren, juegan y disfrutan del aire puro que se respira en aquel lugar donde la basura tiene que ir al zafacón. Sarah que es una niña que goza del cariño de todos en su comunidad, lleva la voz cantante en los grupos infantiles que defienden el bienestar del ambiente. Es una niña líder y no es para menos.
Desde pequeña sus padres le enseñaron a respetar los derechos de los demás y entre ellos precisamente está evitar a toda costa ensuciar el entorno, ya que ello contribuye a deteriorar la salud. Por esta razón las autoridades del pueblito, pese a manejarse con un bajo presupuesto, priorizan el mantenimiento de la planta de tratamiento de desperdicios que hay en el lugar. Hasta los niños saben de su existencia e importancia, de lo necesaria que se hace la educación ciudadana, de las consecuencias negativas que reportan a la salud y en fin, de lo ornamentada que se ve una comunidad cuando la basura va al zafacón. Lamentablemente esto no sucede en República Dominicana, donde los ciudadanos y las autoridades no parecen saber cuán imprescindible es mantener limpio el ambiente. Ya es tiempo de que se eduque sobre el tema, que se inicie por el hogar y se siga en los centros de enseñanza, y por supuesto, que las autoridades prediquen con el ejemplo.