LA CUARTILLA
Duarte, sinónimo de valentía

Nadie puede ocultar que muchas de las valoraciones de historiadores e intelectuales de distintas épocas han dirigido sus cañones a denigrar de manera abierta la moral de Juan Pablo Duarte, a dudar de su juicio y del valor e integridad de los que hizo gala en aquellas luchas por la consolidación de la Independencia Nacional.
Juan Pablo Duarte fue un revolucionario en todo el sentido de la palabra, con una capacidad estratégica y visionaria expresada en distintas etapas, incluso, su valentía estuvo por encima de las actitudes entreguistas e impuras de otros, cuyos nombres hoy son sinónimo de traición, con la consabida justificación de que los dominicanos no estaban preparados para regir su propio destino.
La primera expresión de valentía y de firmeza de carácter que tuvo Juan Pablo Duarte fue la fundación de La Trinitaria, una organización que significó la simiente de la conspiración contra Haití, en 1838, asumiendo todos los riesgos mortales que esto implicaba en medio de una ocupación de un país poderoso, para adoctrinar a un grupo de jóvenes patriotas que si bien soñaban con una patria libre e independiente, no se quedaron en la madeja del sueño, actuaron. Juan Pablo Duarte actuó.
Otra señal inexpugnable del valor y el arrojo de Juan Pablo Duarte tuvo que ver con su participación estratégica en el movimiento revolucionario que se inició en Haití en 1842 para derrocar a Jean Pierre Boyer y como diría el historiador Rodríguez Demorizi “fue una de las más acertadas y decisivas actuaciones políticas de Duarte. Duarte interactuó con los haitianos adversos a Boyer para buscar fórmulas posteriores de participación en la vida pública de la parte oriental de la isla de entonces, lo que se logró con las famosas juntas populares.
Las embestidas brutales que sufrió el fundador de la República Dominicana fueron encarnizadas, así como la ignominia de personajes que como Pedro Santana y Tomás Bobadilla hoy son de triste recordación. Sin embargo, la Historia en su sentido de justicia siempre coloca las cosas en su lugar y hoy no cabe duda de la exaltación que el país tributa al líder de los trinitarios. ¿Ocurre lo mismo con Santana y Bobadilla?