FÁBULAS EN ALTA VOZ

Para ocuparse y preocuparse

Debo admitir que estoy muy triste con la cantidad de casos de niños y niñas que han perdido la vida por negligencia de los adultos. Estoy clara en que, al menos yo, he perdido la capacidad de asombro ante la ocurrencia de hechos trágicos en el país. Pero cuando de infantes se trata, mi senbilidad aflora, y es esa la razón que inunda mi mente y mi corazón de una sensación de rabia, dolor, impotencia, tristeza... No le encuentro explicación lógica a los hechos que en los últimos días han cobrado vida de tantos inocentes. No soy nadie para criticar a quienes están a cargo de la integridad física y emocional de esos pequeños, pero sí soy una madre que sufre cuando le pasa algo a una criatura indefensa. En busca de conformidad ante los casos de menores calcinados, ahogados, asfixiados y hasta ahorcados, me fui a una ciudad fabulosa donde la inocencia no se toca ni con la pluma de un ave recién nacida. Al llegar allí volví a sonreír al ver cómo los padres y las madres tienen claro que salvaguardar la vida de sus hijos es su prioridad. Saben que son sus ojos, su voz, su soporte y, sobre todo, quienes tienen hasta que pensar por ellos. Basado en eso, tienen cuidado con lo que dicen, lo que hacen y lo que piensan. Temen a las leyes de la ciudad. Hasta una hebra de cabello que por negligencia se le afecte a un infante, sus padres o tutores deben responder por ello. La Justicia es estricta con los casos que tienen que ver con los menores de edad, sobre todo con los que están en la primera infancia. La negligencia está contemplada como un delito grave en las leyes de este lugar fabuloso. Quién es juzgado por cometerla puede pagar años de cárcel, dependiendo cuán grave haya sido el daño al infante. No sucede como en nuestro país, donde no son sometidos a la acción de la justicia los ‘responsables’ de cuidar y velar por la integridad de los pequeños. Con la atenuante de que ningún padre o ninguna madre quiere lo peor para sus hijos. Cuando un menor es víctima de negligencia, sus progenitores son despachados para sus casas sin mayores complicaciones. No es asunto de llevar la cárcel por dentro. De verdad que esto me duele, y siento que la situación es para preocuparse y ocuparse.

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