COSAS DE DUENDES

Viaje corto, espera larga

Hice un viaje corto al exterior que, sin embargo, conllevaba pasar por varios aeropuertos incluido el de Atlanta, el más grande del mundo. Me preparé para finiquitar rápido los trámites aduanales. Llevé un bulto de mano y mi cartera. La estrategia funcionó. Salí de aquí a tiempo. Pasé por Atlanta sin dificultad. Allí, la larguísima cola de pasajeros avanzó con rapidez. En San Diego resultó aún más fácil, tanto la llegada como la partida. El paso por el Aeropuerto Kennedy, en New York, fue ágil. Todo funcionó hasta que regresé a nuestro aeropuerto, el de Las Américas. Primero, no había una boca disponible para que el avión nos desmontara. A la espera, tediosa, siguió la fila enorme, lenta y desorganizada de Aduanas.

Observé que para los pasajeros dominicanos solo había disponibles dos personas de chequeo mientras que para los extranjeros había cuatro. Presiento que esto se debe a que existe un estándar internacional del tiempo en que los turistas deben permanecer en un aeropuerto. Pero a nosotros, los dominicanos, nacidos en un país donde la ciudadanía es algo simbólico, que no garantiza nada: ni sustento en la vejez, ni protección en la enfermedad, ni ayuda si te nace un hijo con una discapacidad, también nos toca esperar. No importa si, como en mi caso, solo cargas una maletita de mano. Claro, la ineficiencia del chequeo provoca de todo. Un joven, que enseñaba más sus pantaloncillos que sus pantalones, iba delante de mí hasta que se esfumó y reapareció en una fila, mucho más corta que la nuestra, que, según un letrero, era exclusiva para diplomáticos, personas con niños pequeños o con alguna limitación física.

Le pregunté a un empleado, que estaba a cargo de la fila de los “diplomáticos”, y se movía de manera sospechosa entre chequeadores y pasajeros, de qué país era embajador ese muchacho. Su respuesta fue una sonrisa. Ese día no sabía que la cola era porque esta nación, señalada por enésima vez, hace poco, como un activo puente de drogas, tiene dañadas las máquinas de rayos X de dos de sus principales aeropuertos. Algo que, según Aeroportuaria, fue notificado hace un año. Si yo fuera narcotraficante, estaría feliz por esa situación, pero como no lo soy, solo siento frustración y rabia porque tuve que aguantar una espera tan larga por un viaje muy corto.

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