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Rabdomiólisis e insuficiencia

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Los síntomas más comunes de la rabdomiólisis e insuficiencia renal aguda son dolor muscular (mialgia), debilidad, y disminución de la producción de orina, con cambio de color parecida al té o bebida de cola. La mioglobina es la que da esta característica. También puede aparecer inflamación muscular, rigidez, calambres, impotencia funcional y síntomas sistémicos como malestar generalizado, fiebre, dolor abdominal, náuseas y vómitos. Los síntomas son vagos o están ausentes en más del 50% de los pacientes, por tanto, es fundamental pensar en este cuadro para poder diagnosticarlo.

El diagnóstico se realiza tras detectar una elevación en suero de la enzima creatincinasa (CPK) mayor o igual a cinco veces el límite superior de la normalidad. La concentración de CPK comienza a elevarse aproximadamente a las 2-12 h de comenzar el daño muscular y llega al máximo a las 24-72 h, tras lo cual comienza a descender. Los valores de CPK no se relacionan con el daño renal.

La expulsión de mioglobina a través de la orina (mioglobinuria) puede ayudar a establecer el diagnóstico de rabdomiólisis, pero no es necesario que esté presente. Cuando el daño muscular se produce aumentan las concentraciones de mioglobina que alcanzan el glomérulo originando nefrotoxicidad.

Otras alteraciones que se pueden presentar son el aumento de electrolitos, tales como: potasio, (hiperpotasemia) la más peligrosa, fósforo (hiperfosfatemia), disminución de calcio (hipocalcemia). También en otras sustancias se produce este aumento: ácido úrico (hiperuricemia); la creatinina y la úrea si la rabdomiólisis origina una lesión renal, y elevación de otras enzimas intracelulares como aldolasa, LDH y GOT.

La complicación más frecuente de la rabdomiólisis es la insuficiencia renal aguda, siendo su prevalencia muy variable según las fuentes consultadas (4-33%). Su incidencia es menor en los pacientes con rabdomiólisis inducida por el ejercicio físico. También se ha comprobado que los pacientes con grandes masas musculares presentan un mayor riesgo de desarrollarla. Otras complicaciones son las arritmias originadas por las alteraciones electrolíticas, sobre todo por la hiperpotasemia; síndrome compartimental (afección seria que implica aumento de la presión en un compartimento muscular). En particular cuando hay mucho tejido dañado, como en las lesiones por aplastamiento; insuficiencia hepática y coagulación intravascular diseminada.

El diagnóstico diferencial en nuestro caso se debería plantear con una tendinitis o con lo que coloquialmente llamamos ´agujetasª (dolor muscular postesfuerzo de aparición tardía). Desde el punto de vista clínico la rabdomiólisis es muy difícil de distinguir de estas dos entidades y solo el oscurecimiento de la orina y la sospecha de un sobreesfuerzo importante, debido a la falta de entrenamiento previo, nos pone en la pista de este cuadro.

Respecto al tratamiento de la rabdomiólisis el punto más importante es la rápida y agresiva hidratación del paciente, (hidratación precoz) con suero intravenoso, controlar la diuresis. Así como eliminar el agente causante y prevenir las complicaciones. La rápida hidratación es la clave para prevenir la insuficiencia renal aguda.

Finalmente, es importante tratar la hiperpotasemia. La hemodiálisis debe ser planteada en los pacientes que no responden al tratamiento de la hiperpotasemia o que presentan acidosis o insuficiencia renal aguda.

El pronóstico de la rabdomiólisis cuando es tratada precozmente es excelente, al igual que la recuperación de la función renal. Los escasos estudios disponibles indican que la mortalidad puede ser del 8%. El conocimiento y la sospecha de este síndrome por parte del médico son fundamentales para hacer un diagnóstico precoz, recordando que incluso el ejercicio físico de baja intensidad puede desencadenar este cuadro.

Dr. José A. Pérez Sena Med. Interna - Nefrología Fundación Dr. Baquero

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