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COSAS DE DUENDES

Recordando peleas

De nuestros años en el colegio olvidamos anécdotas, cosas aprendidas y hasta personas, pero si alguna vez peleamos a los puños con alguien, no lo olvidamos nunca. Mientras conversaba con mis hijos Laura y Jorge, surgió en casa el tema de las peleas en la escuela. Yo recordé que me halaron los cabellos dos veces: una cuando aún era muy pequeña y, la otra, ya adolescente, al intervenir para defender a una amiga. Fue todo. A su vez, Laura contó que nunca ha peleado en el colegio. Solo una vez se fue a los puños con alguien y fue en un campamento para defender a Jorgito. Este resultó ser el rey de las peleas en la escuela y los campamentos. Jorgito peleó en maternal con un niño que acostumbraba agolpear a los más pequeños; en un campamento, con un adolescente que lo lanzó a la piscina y a quien él le devolvió el favor, pero el otro no sabía nadar. También, con un jovencito que lo empujó tres veces, de mala manera, mientras jugaban fútbol. Ese caso nos hizo reír a carcajadas porque a Laura la llamaron para informarle de la pelea de su hermano y ella, al ver que el contrincante estaba llorando, pese a ser mucho mayor que Jorgito, lo que hizo fue preguntarle cómo se había dejado dar de un niño tan pequeño. Las anécdotas siguieron y mi hijo aseguró que había tenido que pelear en el colegio para ganarse el respeto de los otros niños. Es una especie de código varonil, creo, porque con las niñas no ocurre eso. Jorgito guardó silencio las veces que fue agredido, nunca vino a quejarse a casa, hasta que quedó claro que no se dejaría abusar. Mientras hablaba de las peleas, no hubo una sola frase de rencor contra aquellos a quienes debió enfrentar. Su corazón no guarda deuda alguna. Sabe que es parte de la vida en la escuela. Yo creo, también, que cuando nos defendemos, aun si resultamos golpeados, nos sentimos conformes, orgullosos de nosotros. Por eso no olvidamos esas experiencias. Pensando en eso, y por si parecía que yo estaba celebrando la violencia, quise dejar claro que no aprobaba aquellas peleas y que solo podía hablar de ellas con humor porque pertenecen al pasado. Mi hijo respondió: “Yo lo sé”. En lo que le atañe, se considera “muy grande” para pelear. Rezo porque así sea, aún le falta mucho para terminar la escuela. Para comunicarse con la autora

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