COSAS DE DUENDES
Preparados para la cruz
El padre Catalino Tejada, de la parroquia el Buen Pastor, tuiteó esta frase: “No hay peor cosa que llegar al calvario con el hombro débil y sin estar preparados para el peso de la cruz”. Pensé que en esas palabras puede estar el fundamento de la infelicidad de muchos seres humanos. A todos, sin excepción, nos toca una cruz. No conozco vidas perfectas, sin lágrimas, desgarramientos ni dolores. Por un lado, o el otro, hemos conocido la desilusión, la muerte, la frustración, la enfermedad o el desamor. A todos nos toca el dolor, pese a que la mayoría esperamos que no sea así y creo es que ahí es donde radica el problema. No estamos listos para hacer frente al sufrimiento. Esperamos deslizarnos por un mar suave, sin oleaje picado, así que cuando aumenta la brisita, nos encuentra sin habernos tomado la molestia de aprender a nadar. Y ahí es cuando nos hundimos. Cualquier tormenta, mínima, lo logra. No nos preparamos para la prueba, pero sí para los triunfos, los logros y los sueños que aspiramos realizar aunque no movamos un dedo para alcanzarlos. Como dice el padre Catalino, no ejercitamos la espalda para sostener el peso que ha de cargar y, por eso, cuando nos colocan la cruz, nos doblamos, caemos al suelo o nos arrastramos con ella. Si a esa cruz se suman otras, como muchas veces sucede, se dice que lo malo viene junto, terminamos de hundirnos lanzado gritos lastimeros, convencidos de que la nuestra es la más grade de las pruebas y fue por eso que nos derrumbó. Luego, mantenemos la cabeza tan metida en el polvo que no aprendemos de aquellos que pasan por nuestro lado con cruces más grandes, sostenidas con dignidad y hasta con alegría. O, si los vemos, envidiamos su suerte pero no copiamos su actitud. En ella radica la diferencia. Hay que seguir viviendo en fe después del golpe; pintarnos los ojos, tras secarnos las lágrimas; que por la misma boca que salió el grito vuelva a surgir la carcajada. Es la muestra de que hemos sido golpeados pero no derrotados. Que ejercitamos nuestra espalda para la cruz, que seremos de los que pasarán cargando su madero a cuesta pero sin detenernos.