COSAS DE DUENDES
Mecánicos
Se enciende una luz en el tablero del vehículo que indica chequear el motor. Además, siento una vibración y un ruido inusuales. Llamo a un mecánico que otras veces me ha dado el servicio. Tras ponerle una computadora, que dirá, con “certeza”, según él, lo que pasa, me informa que hay un inyector dañado y unas piezas a sustituir. Pagué alrededor de 30 mil pesos entre piezas y servicio. Y eso, que me salió barato porque, según el mecánico, el inyector costaba 13 mil pesos. El “pobrecito” debe comprar en un lugar donde lo “engañan” porque, en la casa distribuidora, vale menos de cinco mil pesos. Bien, me llaman para retirar el vehículo, pero tiene la luz encendida. Le digo que así no puedo llevármelo porque esa fue la razón por la que se lo llevé. Se lo dejo. Vuelve a confirmar que ya la luz se le quitó. Voy a recogerlo, pero el vehículo no está y nadie sabe decirme por dónde anda el mecánico que, además, no toma el teléfono. Me voy. Regreso al taller y encuentro al mecánico con el teléfono en la mano y en él, todas mis llamadas perdidas. Me llevo el vehículo con la luz encendida y sin los 30 mil gastados. Un segundo mecánico revisa, me da otro diagnóstico: hay que comprar una pieza que cuesta 17 mil pesos, más sus honorarios. Decido buscar una tercera opinión, un taller reconocido en una avenida céntrica de la ciudad. Gente seria, me dicen. Cuatro días de revisiones, y 21 pesos mil después, me entregan el vehículo. Al cabo de diez días se vuelve a encender la luz. Asumo que el trabajo tiene garantía. Le ponen una computadora que señala la posibilidad de que la luz se haya encendido por la misma razón que la vez anterior. Pero, más tarde, la persona que lo había reparado antes, descarta por completo que sea lo mismo, dice que estamos empezando de cero. Le pregunto cómo es posible que hace tan poco haya hecho una evaluación general del vehículo y no detectara esta supuesta nueva avería. Alega que el vehículo no es nuevo. Le replico que un vehículo, aunque no sea nuevo, no debería dañarse diez días después de ser reparado. Habla de la gasolina. “Siempre le echo sin plomo”, le respondo. Al final, señala que la luz encendida no significa gran cosa, que él tiene tres años andando con una luz encendida, que esas son “monerías” de los fabricantes gringos… Le pido a Dios, paciencia, paciencia, paciencia.