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COSAS DE DUENDES

Los sospechosos

El pasado lunes, el jefe de la Policía convocó a los medios de comunicación para una rueda de prensa en la que informó el arresto de seis personas acusadas de cometer un robo en la casa del embajador de Haití. Como ha ocurrido en casos similares, envueltos en el delito había miembros de la Policía que fueron sometidos junto al resto de sus cómplices. Pienso que, como es tan habitual el hecho de que policías que deberían hacer cumplir la ley, la violen, los miembros de esa institución ya no confían en nadie. Así que cuando, al terminar la rueda de prensa, se desapareció un celular, que pertenecía al embajador de Haití, todos los allí presentes se convirtieron en sospechosos. Incluidos los periodistas invitados a la actividad. De modo que cerraron la puerta, sin explicar el por qué. Fue un asunto breve, pero significativo. Me pregunto si en lugar de tratarse de una actividad para la prensa, los invitados fueran embajadores, y un periodista denuncia que se le perdió el celular, ¿se lo comunicarían a los embajadores y, aunque fuese un instante, alguien cerraría la puerta de salida? Por fortuna, el celular apareció pronto, estaba encima de una mesita en el despacho del Jefe de la Policía. Además, alguien comprendió a tiempo el significado de aquella acción y los “sospechosos” pudieron marcharse. Algunos periodistas allí presentes vieron como normal la reacción del vocero Jacobo Mateo Moquete, que fue quien les comunicó que se perdió el teléfono. A mí no me lo parece tanto. Es que, hasta ahora, yo pienso que mis compañeros de trabajo son profesionales, gente que escogió estudiar en lugar de ser vagos o robar, y que salen a trabajar para ganarse el sustento. Lo que ocurrió, mínimo, me parece una descortesía. Por ejemplo, si el jefe de la Policía, o el vocero, estuviesen de visita en el Listín Diario, pese a la mala fama de los agentes de esa institución, que me perdonen pero no me lo estoy inventando, pueden estar seguros que, si se pierde un celular, yo abogaría porque ni se enteraran. Es que a un invitado no se le ofende, mejor no se le invita.

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