POR TU SALUD RENAL

Accesos vasculares (2)

La semana pasada decidimos operar a nuestro paciente con insuficiencia renal crónica y lo llevamos al quirófano. Habíamos decidido “hacerle” o “construirle” una fístula arteriovenosa, utilizando la vena cefálica izquierda, ya que las demás venas normalmente disponibles, estaban colapsadas u obstruidas, debido a que unas semanas antes, había sido hospitalizado de emergencias por una crisis hipertensiva, y dichas venas habían sido ya canalizadas con catéteres periféricos para poner los sueros, medicamentos intravenosos y toma de muestra para análisis de laboratorios, lo cual ocurre muy a menudo en esta enfermedad, limitando mucho la posibilidad de hacer una buena fístula arteriovenosa. Ya que son las mismas venas que necesitamos para este procedimiento. No obstante, pudimos conseguir hacerlo con buen resultado, a nivel del pliegue del codo izquierdo. Pero cinco días después, el paciente ya recibe la noticia de su nefrólogo de que es inminente el inicio de su tratamiento de hemodiálisis, debido a que se ha deteriorado mucho la función renal, poniéndolo en alto riesgo de una nueva crisis más grave aún. Por lo que se hace necesario obtener un acceso vascular que se pueda utilizar de inmediato. Es ahí donde tenemos que recurrir a esos artefactos ingeniosos que han salvado cientos de miles de vidas. Estos son los catéteres de uso temporal para hemodiálisis. Básicamente es un pequeño tubo de doble vía separada, con dos conectores externos, el cual debe ser insertado a través de una de las venas centrales. Estas son las dos yugulares internas que están en el cuello, por encima de las clavículas, y las dos venas sub-clavículas. Todas ellas son vías que llevan a la vena cava superior unas de las dos venas que desembocan en el corazón, y que mueven un volumen de sangre suficiente para la hemodiálisis. Este tipo de catéteres se ha venido utilizando con buen éxito desde hace unos treinta años y ha tenido con el tiempo algunas modificaciones que le han agregado mayor eficiencia y durabilidad. Pero estas están diseñadas para que se usen de dos a tres meses, en cuyo periodo debemos buscar la manera de proveer al paciente de un acceso vascular más permanente, o como en nuestro caso para esperar que su fístula arteriovenosa este cicatrizada y desarrollada para la hemodiálisis. Aunque el procedimiento de instalación es relativamente sencillo y puede realizarse en la emergencia o habitación, es preferible hacerlo en una sala quirúrgica, para evitar contaminación e infecciones. Existe una variante de catéteres de larga duración que se colocan con trayecto subcutáneo, que están diseñados para 1 a 2 años, y se utilizarían cuando el paciente no tenga posibilidades vasculares para una fístula arteriovenosa ni un injerto vascular. Nicolás Rizik cirujano de la Fundación Baquero.

Tags relacionados