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¿QUIÉN ESTÁ EDUCANDO AL PUEBLO?

‘Sean imitadores de Cristo’

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Maruchi R. De ElmúdesiSanto Domingo

San Pablo nos invita hoy a no dar motivo de escándalo. Que actuemos sin buscar nuestro propio interés, sino el de los demás, siendo imitadores de Cristo como lo fue él mismo, para la Gloria de Dios. El mundo del siglo XXI, en el que nos encontramos hoy, ciertamente no es el mismo de los siglos pasados. Es un mundo cambiante, plural y secularizado. Los cambios sociales, los adelantos científicos y técnicos, la promoción de la mujer, la importancia de las relaciones interpersonales, la autonomía del hombre y al mismo tiempo las situaciones de injusticia y opresión, los cambios en la estructura familiar y en las expectativas de las parejas con respecto a su proyecto constituyen los nuevos retos a los que nos enfrentamos los cristianos en el momento actual. La familia extensa patriarcal, consolidada como unidad de producción y, por lo tanto, profundamente estable, ha dado paso a la familia nuclear que se construye a partir del encuentro interpersonal de los cónyuges y a las que las condiciones obligan a ser reducida y con frecuencia inestable. Esta inestabilidad afecta no solo a la familia como tal, sino a los valores en que está cimentada. Los sociólogos enumeran tantas causas remotas como causas próximas. Las remotas empiezan con la revolución industrial en 1850 en Inglaterra. Las dos guerras mundiales de 1914-1918 y de 1939-1945, el racionalismo; los medios de comunicación son espada de dos filos: le hacen mucho bien al mundo pero también le hacen mucho daño. Hoy vemos cómo el mundo no ha podido solucionar los problemas por sí mismo, y es que, como nos decía S.S. Benedicto XVI: “No son las ideologías las que salvan al mundo, sino solo dirigir la mirada al Dios viviente, que es nuestro creador, el garante de nuestra libertad, el garante de lo que es realmente bueno y auténtico”. Las causas próximas son también muy serias y definidas; hablamos de los motivos de la epidemia de los divorcios, de la que ya hace más de 40 años hablaba Paulo VI en su Encíclica Humane Vitae. Además de que una de las que causa, el deterioro en las familias, ha sido la falta de madurez sicológica para embarcarse en una empresa tan dedicada y tan compleja como es la vida matrimonial y la vida familiar: ellas y ellos toman la decisión de casarse sin conocer los aspectos más fundamentales de su nueva vida, en la que van a dirigir solos la sociedad conyugal: a manejar los ingresos en orden a una sabia administración, a establecer una escala de valores y a respetar prioridades, a inmunizarse ante interferencias externas nocivas para promover el ajuste de ese nuevo “nosotros” que han de formar los esposos. A esta amenaza hay que añadir la mentalidad hedonista, consumista y materialista muy difundida de los jóvenes que deciden casarse, el desprecio de las instituciones o de lo institucional y del inventario indispensable para el matrimonio, capacidad de renuncia, espíritu de sacrificio y mucho amor.

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