TERCER CAMINO
Comparación obligada
Ya me había desacostumbrado al espectáculo de imágenes congeladas que parecen sembrar el ambiente de hielo y nieve, produciendo la inmensidad de una ciudad blanca, que aunque nubla el entendimiento no deja de ser hermosa. Ya me había olvidado cómo se siente el frío, y cómo la mezcolanza viste el paisaje de un invierno de naturaleza áspera y ruda. Abrigos, bufandas, medias, guantes, botasÖ agregan al cuerpo un peso que lo aprisiona en una celda de poca movilidad, y lo enredan en capas que palian, pero no resuelven. Árboles que aparentan sequía, calles resbaladizas, solitarias e intransitables, tormentas que vienen y van sin dar tregua, niños que parecen enyesados, y en contraste una calefacción en las casas que resulta molesta e incómoda. La comparación es obligada. Me traslada a mi patio en Mao, donde mojar las plantas se convierte en una tarea refrescante y relajante, y donde el sol del mediodía, lleno de calor y luz, proclama soltura y libertad. Con mucha pasión valoro el clima que muchas veces critico. Me siento privilegiada y suertuda de vivir en República Dominicana, y doy gracias a Dios por estar de vuelta sana y salva.