Sicología
La palabra tiene poder
El mensaje de la palabra puede cambiar por la forma cómo se se expresa. El tono puede cambiar el sentido del mensaje y quien lo escucha puede confundirse o no informarse debidamente.
Con frecuencia decimos: “La palabra tiene poder”, y no estamos lejos de la realidad. Todo lo que hablamos es producto de un pensamiento, y es eso lo que nos lleva a cuidar las palabras y lo que se dice a través de ellas. Emitir un juicio u opinión puede dañar o construir según lo que decimos. Pensar antes de hablar es vital porque “lo dicho, dicho está”. La palabra tiene poder porque científicamente la voz emana una vibración, y dependiendo de la onda vibratoria y la intensidad que se aplique a las palabras, va a llegar de una forma positiva o negativa al receptor. Por esta razón, toda palabra que salga de su boca vuelve cargada de emociones y vibraciones emanadas de las palabras emitidas. Asunto de formaciónComo padres, debemos estar claros en que cuidar lo que decimos delante de nuestros hijos es muy importante, ya que hay gente que incorpora los mensajes paternales y los hace suyos de forma tal que los escucha interiormente. De esta manera, podemos darnos cuenta de cuán grande es el poder de la palabra. En el libro “Nacidos para triunfar”, James y Jongeward analizan que algunas palabras son correctas y otras no, y que las que no son una especie de “mensajes hechizantes”, y las dos son transmitidas de manera consciente o inconsciente. Hay que tratar que nuestras críticas siempre sean constructivas, porque a través de la palabra podemos estimular el desarrollo de una persona o un proyecto de nuestra propia vida. La importancia de la palabra consiste en adquirir conciencia del poder que hay a través de ella. Hay personas que tienen habilidad para comunicar, convencer y lograr un cambio en la conducta o persuadir a las personas, y esto no es suficiente. Hay que mostrar el ejemplo de una sola moral para que el mensaje no sea incoherente. En muchas ocasiones la manera en cómo se expresan las palabras cambia el sentido del mensaje y quien lo escucha puede confundirse u obtener una información errada de lo dicho. Una palabra usada en el momento inapropiado o un descalificativo a un niño puede etiquetarlo y en su posterior desarrollo le haría mucho daño, y lo que también es grave, puede llevar a ese menor a hacer lo mismo con otras personas. Pensar antes de hablar es la clave para lograr un discurso coherente y que sume en vez de restar. Todos tenemos la capacidad de lograr que el poder que ejerza la palabra sea para beneficio propio y de los demás. Cuando durante la niñez se aprende a decir las palabras apropiadas, en el momento apropiado, entonces en la adultez tendremos conciencia de los resultados que surte pretar atención al dicho de que la palabra tiene poder. Si de pequeños no nos enseñaron su importancia, no hay que desanimarse, pues siempre estamos a tiempo de aprender a bien utilizar las palabras y lograr que cuando las pronunciemos no haya confusión, maltrato o vibraciones desfavorables.