CARDIOLOGÍA PARA TODOS
Salero al zafacón
La hipertensión arterial tiene una distribución mundial atendiendo a factores económicos, sociales, culturales, ambientales y étnicos. Su frecuencia aumenta con la edad y después de los 50 años, casi el 50% de la población la padece. Está altamente demostrado que en aquellas poblaciones con malos hábitos de vida, además de la muerte, la hipertensión arterial genera una carga de enfermedad y discapacidad muy elevada, así como enormes gastos económicos para la familia. Uno de los principales factores implicados en el origen de la hipertensión arterial es el excesivo consumo de sodio (sal) que se ingiere en la dieta en forma de cloruro de sodio (sal común), de manera que por cada 2.5 gramos de sal se ingiere un gramo de sodio. Abusar del consumo de sal es apuñalar el corazón. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un consumo de sal por día menor de 5 gramos. En nuestro país se estima un consumo de sal promedio por encima de 10 gramos/día, muy alejado de lo planteado por la OMS. Una publicación de la Revista Médica British (Inglaterra) expresa que la reducción en la ingesta de sal disminuye el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular en un 25% y en un 20% las muertes por esta dolencia. Numerosas modificaciones de cambios en el estilo de vida han demostrado su utilidad para disminuir los niveles de presión arterial y, muy especialmente, aquellas relacionadas con la dieta y restringir el consumo de sal disminuye la presión arterial 3.8mmHg. El elevado consumo de sal y la falta de información sobre el contenido de sal de los alimentos de consumo básico ponen en riesgo su salud y favorecen una falta de control de su presión y de complicaciones, tales como: infarto al miocardio, ataque cerebral, insuficiencia renal, discapacidad y muerte. La forma más fácil y económica de controlar la presión arterial es a través de la educación nutricional. Para su orientación presentamos una lista de los alimentos de consumo habitual ricos en sal y no recomendados: embutidos, alimentos enlatados, alimentos pre-cocidos, cerdo, vísceras, arenque, bacalao, conservas, ahumados y salazones, mariscos y crustáceos, leche en polvo y condensada, quesos curados, pan comercial, salsas y condimentos, gaseosas y agua con gas, sopas de sobre y caldo de cubito. No utilice el salero en la mesa, échelo al zafacón. Lea siempre las etiquetas de cada producto que compre y verifique la cantidad de sal o sodio que contiene.