COSAS DE DUENDES
Amor sin etiqueta
Si está dispuesto, o dispuesta, a sostener cinco pelotas en el aire, y dos sobre el pie izquierdo, mientras hace girar una sobre su nariz, para complacer a una persona que ama, debe revisarse. Creemos que hacer cualquier cosa por amor o amistad habla de lo buena gente que somos y de nuestra capacidad de amar. Pero cuando siempre ponemos el bienestar y los caprichos de alguien por encima de los nuestros, lo que estamos mostrando es una carencia afectiva que nos empuja a tratar de comprar el afecto. Se llama codependencia: una patología terrible que afecta todos los aspectos de nuestra vida. Escuché el testimonio de alguien que lucha por hacer cambios en su comportamiento porque, hasta ahora, si la existencia fuera un autobús, ella había escogido ir de pie todo el camino, porque siempre encontró a quien cederle su lugar. Permitía que los hijos de una amiga ocuparan la ventana de su vehículo, mientras sus hijos debían conformarse con los asientos más incómodos. No exigía recibos al mecánico, al ebanista o a la dueña del salón donde se lavaba el cabello, quienes le cobraban tarifas abusivas sin que ella protestara. Además, tomaba taxis para que su hermana usara su carro. Asumía la mayor cantidad de gastos en su casa pese a que era su esposo quien ganaba el mejor salario. Tenía en la cara un letrero que decía “abúsenme”. Y todos, incluida la empleada doméstica, que se comportaba como su jefa, se aprovechaban de ello. No era capaz de poner límites porque tenía miedo de ser rechazada. Admite que en la niñez sufrió una gran carencia afectiva que la volvió frágil, temerosa y hambrienta de cariño. Así que aceptaba cualquier cosa, aun aquellas que ahora le resultan absurdas. Su caso es muy común. Las personas que sufren de codependencia emocional viven al borde de un abismo porque el más mínimo rechazo tambalea su mundo. Pero amar es un camino de doble vía. La amistad, también. Si usted es quien tiene siempre que asumir las cuentas, perdonar, coger el pedazo más pequeño, hacer el viaje más largo, pagar la llamada telefónica u ocupar el lugar más incómodo, revise esa relación porque tal vez, la factura que le está costando es muy alta. Y el amor que tiene una etiqueta con precio, no es amor.