Puntacana Village tiene nueva plazoleta

El trayecto se ha reducido en varias horas. Puntacana Village ya está a solamente unas dos horas y media de la capital, por la excelente autovía del Coral: todo depende del tiempo que uno se tome en salir del centro de Santo Domingo a la carretera. Con mi hijo Ángel, nos trasladamos a una velocidad reducida. Es que es viernes en la tarde cuando aumenta el tráfico, la luna llena se asoma en un cielo cada vez más azabache haciéndonos mirarla de cuando en vez, mientras molesta el resplandor de las luces de los carros que vienen por la vía contraria. En mi visita reciente a este poblado nacido del espíritu desarrollista de Frank Rainieri, quien, con Ted Kheel, creó hace unos 40 años el Grupo Puntacana, llegando a Puntacana Villlage me entero que al otro lado de la avenida el hotel Four Seasons by Sheraton planea su ampliación, mientras cerca hay un terreno listo para construir una sucursal del Banco de Reservas (ya funcionan sucursales del Banco Popular, Banco López de Haro, Scotiabank y Banco del Progreso). A un kilómetro del village ha de levantarse otro Blue Mall (tan elegante como el de Santo Domingo). Crece la zona y crece el aeropuerto con una nueva y moderna terminal, y se extiende con una plazoleta el Mall, hay Galerías Comerciales, de este Village, conectándolas con lo que quedaba al otro lado de la calle (el Bistro francés, por ejemplo), mientras amplía con terrazas la trattoria restaurante Mamma Luisa y la pizzería Pizzarelli. Sentada en un sofá en la trattoria disfruto ahora de un agradable y reposado espacio visual, donde crecen las plantas y caminan algunos peatones. En este, el pionero de los restaurantes abiertos en Puntacana Village, pruebo por vez primera un tiramisú de melocotón. Conocía el de chocolate y el de café, pero no tenía ni idea de que con frutas también se prepara. Un postre que agrego a mis favoritos, al igual que la deliciosa miel Puntacana Forest Honey, que compré en la kermesse, y el vino Woodbridge que pruebo con Rossy y Ángel en Playa Blanca, adonde fuimos con una romántica idea: contemplar sobre el mar la luna llena degustando una copa de vino.