ERA TÍMIDO Y DE AUTOESTIMA FRÁGIL
El secreto de Cala
El periodista, autor y conferencista motivacional Ismael Cala comparte las claves del estilo que lo ha convertido en favorito del público.
Ismael Cala tenía apenas ocho años cuando Nilda G. Alemán, directora de programación infantil de la emisora CMKC, de su natal Santiago de Cuba, lo seleccionó junto a otros niños para trabajar en un proyecto radial. Cada sábado, de 9:00 de la mañana a 5:00 de la tarde, el pequeño Cala, que por entonces cursaba el cuarto grado, tomaba clases de dicción, narración, actuación y efectos sonoros, y protagonizaba historias radiales para niños. La experiencia no sólo sembró en el periodista cubano la vocación por la comunicación. Aquel mundo de fantasía sirvió de escape para el pequeño que venía de un hogar roto y en cuya familia había precedentes de esquizofrenia y suicidio. “Esa radio se convirtió para mí en una terapia”, recuerda el presentador del programa que lleva su nombre. De sus años de infancia, Cala recuerda además su carácter tímido y su autoestima frágil, rasgos que, para la audiencia que lo sigue cada tarde por CNN En Español, quizás resulten difíciles de asociar con él. Y a menos que haya leído su libro “El poder de escuchar” (Penguin, 2013), parte de esa audiencia probablemente desconozca que, cuando salió de Cuba para exiliarse en Toronto (Canadá), en 1998, el comunicador y ahora autor y conferencista motivacional tuvo un difícil inicio. En Toronto, Cala, que había debutado en la televisión cubana a los 15 años y estudiado Historia del Arte en la Universidad de Oriente, trabajó como mesero, durmió en el piso y hasta fue beneficiario de la caridad de la iglesia. Cala comparte con LISTÍN DIARIO las claves del estilo que lo ha convertido en un favorito del público. Se resumen, en esencia, en la frase con la que cierra cada entrega de su programa: “El secreto del buen hablar es saber escuchar”. Usted tiene fama de ser muy buen entrevistador. ¿Qué opina al respecto?Es cierto que en cuatro años que va a cumplir el programa de entrevistas en CNN se ha creado un respeto a lo mejor al estilo, pero el estilo no fue conscientemente creado, fue algo que sucedió. Lo único que, sí a propósito, traté de hacer fue concentrarme en escuchar más que en hablar. Por eso, antes de comenzar el programa, yo decía: “¿Qué frase-firma me invento para que me recuerde a mí, no solo a los televidentes, lo de escuchar como clave?”, y días antes de ir al aire surgió lo de “El secreto del buen hablar es saber escuchar”, que se ha convertido en la firma y en el estilo del programa. Yo creo que hubo un cambio de paradigma como comunicador porque yo siempre sentí que me pagaban para hablar, que el énfasis debía estar en mí: prepararme bien, conquistar con mi palabra, no equivocar las palabras, no equivocar las cifras, no cambiarle el nombre o el apellido a un invitado... siempre el énfasis estaba en mí. En un programa de entrevistas el énfasis lo puse en el invitado o la invitada y eso me quitó un gran estrés de encima, me quitó esa carga de sentir que tienes que ser perfecto y que tienes que saberlo todo... No, no, no. Yo converso con la gente, le pregunto, escucho, de ahí salen las mejores repreguntas y eso creo que es lo que ha creado esa supuesta fama, que yo prefiero llamar reputación. ¿El buen entrevistador nace o se hace?Yo creo que se hace porque no sé si nacemos con la capacidad de escuchar, escuchar, escuchar. Esta técnica del entrevistador aplica a todos, no importa si trabajamos en comunicaciones o no. Todos los seres humanos, cuando ponemos el énfasis fuera de nosotros, nuestra vida se hace más fácil. Es demasiado intenso cuando uno vive nada más pensando en uno. Las madres hacen esto a la perfección, son el ejemplo de amor incondicional porque siempre están poniéndose ellas de segundas y dando a sus hijos. ((Más LA FAMA¿No se altera esa dinámica cuando el periodista tiene cierta fama, a veces más que algunos de sus entrevistados, como en el caso suyo?Ahora yo entrevisto a muchas personas que no tienen esta pantalla diaria que tengo yo en un programa internacional, pero eso a mí no me importa, al contrario, eso es lo que a mí me gusta de mi trabajo, que no sólo entrevisto a una Jennifer López o a un presidente, sino a personas que a lo mejor son líderes jóvenes no tan reconocidos internacionalmente y que yo puedo potenciar ese mensaje que ellos traen al programa. Ese es uno de los grandes logros de “Cala”, que un dominicano se quede viendo el programa aunque el invitado sea un colombiano que nunca ha visto, pero que entienda que hay algo nutritivo que le puede quedar si está en esa mesa del programa. Para Cala empatía es clave en la entrevista “El poder de escuchar”, primer libro del periodista cubano Ismael Cala (Santiago de Cuba, 1969), obtuvo el primer lugar en la categoría Libro Más Inspirador (no ficción, en español) en el concurso The International Latino Book Awards, realizado recientemente. El título del texto, definido por su autor como “un libro inspiracional sobre la escucha”, resume el secreto del éxito del presentador de televisión que llega cada día a las pantallas latinoamericanas con “Cala”. ¿A cuáles entrevistadores admira? ¿Cómo se prepara para su programa? ¿Qué errores procura evitar? ¿A quién sueña entrevistar? A Cala, que usualmente hace las preguntas y se concentra en escuchar, le toca ahora responder. ¿Se nos entrena bien en las escuelas de comunicación para usar esa arma fundamental del periodismo que es la entrevista?No creo. Yo estudié en Toronto, me pareció una magnífica carrera en Comunicación Social, pero yo necesito también entrenarme para hacer una buena entrevista. La técnica no es lo que hace una buena entrevista; la técnica es la base. Cuando dejas a un lado la técnica y empiezas a conectar con la gente, eso se aprende porque algunos nacen con ese don social, pero los que no lo tenemos, porque yo fui muy tímido en mi adolescencia, lo podemos desarrollar. ¿En serio? ¿Era tímido?Sí. Yo fui un niño asocial. Yo no socializaba cuando mi mamá hacía eventos en la casa con amigos y familiares; yo me quedaba en mi cuarto leyendo o escuchando radio. Entonces, uno tiene que hacer un despertar de conciencia y decir: “¿Cómo conecto con las demás personas?”. Y yo no creo que se hace todo el trabajo que debería hacerse en las Escuelas de Comunicación porque no se nos da inteligencia emocional, liderazgo; no es nada más la técnica, son esas “habilidades suaves” o “soft skills” que tienen que ver con cómo nosotros hacemos clic con los demás. Tú puedes tener el mejor cuestionario, pero si en los 30 primeros segundos que tú te vas a enfrentar a tu entrevistado no logras que esa persona sienta que tú no estás para enjuiciarle, que esa persona no vea en ti a un interrogador, sino a alguien con quien quiere conversar, no funciona. Yo he tomado muchas clases viendo a Oprah Winfrey, a Larry King, a Don Francisco. Estas tres personas han sabido escuchar. Es una capacidad de empatía, y empatía es ponerse en el lugar del otro. ¿Cómo se prepara para una entrevista?Comienza con mi equipo de producción porque nada de esto se hace solo; es un trabajo del que yo soy la cara visible. Mis productores a mí me hacen investigación. Después ya es la espontaneidad, la picardía, el escuchar al entrevistado como herramienta para saber qué dijo, por qué lo dijo, en qué tono y qué dijo entrelíneas y puede ser una buena repregunta de donde puede salir una primicia. ¿Alguna vez han investigado tanto sobre una persona que siente que no tiene qué preguntar?Sí, pero yo leo para tener el conocimiento dentro, no para formular las preguntas desde el punto de vista de alguien que ya sabe tu vida y tu obra porque, si no, no estarías poniéndote en la posición de un televidente. Hay un hilo muy fino entre estar informado y pretender saberlo todo, y esa línea no se debe cruzar. Yo le hago saber a mis invitados de alguna manera que yo investigué sobre ellos porque me interesa conversar con ellos y eso a todo el mundo lo va a hacer sentir bien. Tú no puedes, por el afán de demostrar que estás tan informado, quitarle la espontaneidad y la posibilidad de que la persona sea quien cuente. ¿Cuáles son los pecados capitales de un entrevistador?Autorresponderse. A lo mejor a mí me ha pasado muchas veces porque uno aprende a conciencia. Y a mí me ha tocado como entrevistado que otros colegas me lo hagan y ahí es cuando me he dado cuenta de que yo no puedo hacer eso porque suena muy mal. Yo cuido mucho eso porque Larry King, en la entrevista que yo le hice, que fue una clase magistral de comunicación, me dijo: “Escucha uno de tus programas y, si más del 80% del audio que escuchas no es de tu entrevistado, ese no fue un buen programa”. Y es verdad. A veces yo hago alguna acotación, sobre todo si va a hacer que esta persona se siga abriendo más... Mucho de lo que pasa en una entrevista en vivo en televisión es psicología y sentido común. ¿Ha entrevistado a alguien que lo haya hecho sentir intimidado?Sí. Por ejemplo, Carolina Herrera. Yo me sentí intimidado porque yo no la veía humanizada. Uno piensa en Carolina Herrera y piensa en una marca, un perfume, una cartera, en sus productos. El humanizar a esa persona a mí me costó más trabajo que sentarme a conversar con un presidente. ¿Y qué impresión tuvo de ella?Me encantó. Es supercálida, hemos hecho amistad, me viste para el programa. Imagínate que yo hice televisión en Cuba con ropa prestada y que hoy la ropa me la provea Carolina Herrera. Son de las cosas que me hacen decir: “¡Wao! Soñar no tiene límites”. Y cuento eso porque le hace ver a los jóvenes que uno va más allá de sus circunstancias. ¿Tiene alguna estrategia para hacer las preguntas incómodas?Sí. Siempre en un tono que no le sume agresividad, si ya de por sí la pregunta va a ser incómoda. Ahí es cuando más bajo yo el tono y cuando más agradable y neutral trato que sea. Y hacerlo desde el sentimiento de “me toca preguntarte, pero no lo estoy haciendo por morbo”. También puedes poner las preguntas en boca de alguien. ((Para el periodista cubano Ismael Cala, autor del libro “El poder de escuchar”, mucho de lo que pasa en una entrevista en vivo es psicología y sentido común. ((Sueño ¿A quién le gustaría poder invitar a su programa?Oprah Winfrey sería la número uno en la lista. ¿Por qué Oprah?Yo vivía en Toronto, trabajaba en un restaurante dominicano como mesero, recién llegado de Cuba, pasando mil y un trabajos, viviendo en un cuartito que el dueño del restaurante pagó el primer mes porque yo no tenía dinero -pero yo le repagué con mi trabajo como mesero-; no tenía nada de muebles, me enfermé de la garganta a los 15 días porque dormía pegado a la alfombra; un amigo a los 15 días me regaló un sofá-cama usado; mi primer televisor lo recogí de una esquina, que una familia lo había botado, y con una percha de alambre le hice la antena y se veían cuatro o cinco canales de televisión abierta, entre ellos CTV, y ahí enciendo yo un día y está esta mujer, Oprah, con su programa, y a ella por alguna razón yo le entendía muy bien el inglés, y yo estaba estudiando inglés en Toronto, entonces yo hice una adicción a su programa. Me metí a Yahoo! y busqué su historia y de ahí surgió más respeto y admiración al ver su historia. Oprah es la persona más importante que yo quiero entrevistar porque es la que más ha contribuido con mi carrera profesional también. Encontrar un propósito de ser comunicador para añadir valor a la vida de las personas hacia lo positivo, eso lo ha hecho ella y eso es lo que yo estoy modelando con mi carrera.