LUEGO DEL BISTURÍ

Orientación postquirúrgica

¡Buenos días! Soy Tania Medina, cirujana plástica. Hoy doy inicio a esta columna a través de la cual pretendo colaborar para que el proceso postquirúrgico sea menos traumático y ofrezca los mejores resultados. Aunque la publicación de esta columna será los sábados en esta sección La Vida, hemos querido iniciar hoy lunes, para irnos familiarizando. Ustedes con sus inquietudes y yo ofreciéndoles las respuestas pertinentes. Cada semana trataremos un tema distinto, pero que se ajuste a todo lo que tenga que ver con la cirugía plástica, reconstructiva y belleza. Comenzaré contándoles sobre mi propia historia dentro del quirófano, pero como paciente. Hace una semana me hice una cirugía de nariz. No comí nada desde las 10:00 de la noche anterior. Estaba muy feliz. Por fin mi nariz de cotorra se arreglaría y armonizaría con mi rostro. Era mi segunda cirugía de nariz. Mi desconocimiento me llevó a ponerme en manos inexpertas. Hoy un experto me hizo la reconstrucción. La cirugía duró dos horas. Todo salió bien. Duré cuatro horas en recuperación y luego me fui a mi casa. Varios efectos propios del proceso me atormentaban, pero entre los cuidados que sé como especialista, he podido salir airosa. Así que comencé a dormir con almohadas, a usar protector solar, no utilizar lentes por un período de tres meses, tomar los medicamentos indicados por mi médico, hacer ejercicios cardiovasculares a partir del mes, pero ningún ejercicio de contacto por unos tres meses. Puedo volver al trabajo aproximadamente de 7 ó 10 días después de la cirugía. Claro, hay cosas que uno nunca hace. Volví al trabajo, a los dos días y consultando como si nada, con mi cara hinchada y amoratada, con la inmovilización, pero con la misma energía de siempre. Una gran imprudencia mía. Cuando voy a mi primera cita me encuentro con la sorpresa de vida: “Hay que volver a operarte”, pues mis huesos nasales se habían desplazado, y ocluían mi lado derecho, por mi desobediencia y terquedad de no seguir las indicaciones de mi médico. Así que aprendí la lección. Me detuve y pensé cómo a veces nos creemos que a nosotros no nos pasará nada y aun conociendo los riesgos de nuestros actos continuamos haciendo lo que no nos conviene. Me pasó con mi nariz, a ti a lo mejor con tu abdominoplastía y a tu amiga con su aumento mamario, para luego juzgar a nuestros cirujanos, aun sabiendo que no cumplimos con las indicaciones. La realidad es que una cirugía quizá no sea el mayor inconveniente, el riesgo está en el poco cuidado que prestamos a nuestra salud luego del bisturí. Hasta la próxima entrega si Dios lo permite.

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