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Corazones sin limitaciones
La llegada, en 1999, de un grupo de misioneras agustinas canadienses alumbró Herrera con un rayo de esperanza. De manera informal, las religiosas comenzaron a atender a 26 niños con condiciones especiales provenientes de familias de escasos recursos, sembrando así la semilla de la obra del Centro de Educación Especial Catalina de San Agustín (Ceecsa). En la actualidad el Ceecsa, ubicado en El Abanico de Herrera y desde el 2003 supervisado por la Congregación Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús con el apoyo de la parroquia Divino Niño Jesús, atiende a 120 niños con condiciones tan diversas como autismo, síndrome de Down, daño cerebral, problemas de aprendizaje e hiperactividad. Esta escuela especial brinda a los pequeños la posibilidad de aprender habilidades para desenvolverse diariamente. Actividades sencillas, como arreglar la cama, atarse los cordones, vestirse, comer sin ayuda, hablar o integrarse, se convierten en grandes logros para niños y niñas que, en otro tiempo, habrían sido confinados a un rincón olvidado del hogar. Los menores asimismo son alfabetizados para, en los casos en que sea posible, integrarse a una escuela regular. Hasta ahora, dice Margarita Beato, vicepresidenta de la fundación Centro de Educación Especial Catalina de San Agustín, alrededor de 90 niños han sido incluidos en escuelas primarias regulares, gracias a la labor de un equipo de profesores que recibe capacitación continua en su área. Y aunque la preparación del personal resulta fundamental, el amor y el deseo de servicio no pueden pasarse por alto en una obra de este tipo. “El primer entrenamiento es la vocación de las Misioneras del Sagrado Corazón”, afirma Beato. Señala, además, la importancia del involucramiento de los padres para hacer una labor efectiva. Los progenitores, por ejemplo, deben participar en los entrenamientos del centro para dar seguimiento a la labor en casa y declarar a sus hijos para que puedan acceder al seguro médico del que dispone. “Este trabajo es integral”, asevera. No lo dice solamente por la parte que corresponde a los padres. El Ceecsa debe hacer por los alumnos algo más que simplemente darles clases. La peruana Gina Goyzueta, misionera del Sagrado Corazón y presidenta de la fundación, comenta que, por estar enclavado en un sector pobre, el centro debe tomar en cuenta las necesidades materiales de los chicos. “No es solo enseñar -expresa-. Hay que pensar si el niño ha comido, si tiene para el pasaje...”. SostenimientoCada año el Ceecsa se ve obligado a desestimar las solicitudes de familias con niños y niñas especiales. Las limitaciones físicas y económicas no le permiten a la institución acogerlos a todos. “Un niño especial necesita un costo extra”, manifiesta Beato. La institución cuenta con ingresos fijos procedentes de la parroquia Divino Niño Jesús, las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, el Ministerio de Educación y en menor medida de los padres, pero dichos fondos no bastan. Menos ahora que el centro se ha embarcado en la tarea de construir un nuevo plantel. Su objetivo: aumentar la matrícula a 250 estudiantes. La Congregación de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús adquirió para el Ceecsa un terreno de 3,000 metros cuadrados muy cerca del actual local, pero ahora se necesita ayuda para materializar el sueño de levantar un edificio con las facilidades mínimas para impartir una enseñanza de calidad a los menores especiales: 10 aulas, salón multiusos, área para terapia del lenguaje y audiometría, área de educación para la vida diaria, área de juegos, zona de hortalizas y cancha deportiva, entre otros. Las directivas de la fundación ya han tocado las puertas de instituciones oficiales como el Despacho de la Primera Dama, pero no se limitan. Confían ahora, como a lo largo de más de 10 años de labor, en la solidaridad de empresas e individuos generosos, dice Elba Veras de Delgado, relacionista de la fundación y encargada de gestionar fondos. MISIONERAS DEL SAGRADO CORAZÓNLa Congregación Misioneras del Sagrado Corazón nació en 1900 en Alemania. Fue fundada por Humberto Linckens y Julio Chevalier.“Nuestro carisma principal es dar a conocer el amor de Dios a todos sin diferencia alguna. Tenemos opciones muy concretas: trabajar por los más pobres y necesitados”, explica la peruana María Esther Jaramillo, superiora de la provincia latina de las Misioneras del Sagrado Corazón que estuvo de visita recientemente en el país. “La educación es una gran necesidad y nuestra opción aquí en el país es la educación, sobre todo de los niños con discapacidad mental y física”, agrega Jaramillo. En su opinión, los miembros de la parroquia Divino Niño Jesús, que trabajan de la mano con la congregación para sostener el Ceecsa, hacen “milagros” para que esta obra sea posible. Señala que uno de los objetivos de la escuela es que el niño sea aceptado e incluido no solo en las escuelas y la sociedad, sino en su propia familia. “Muchas veces la familia por ignorancia se siente avergonzada y no le da la misma oportunidad que a los otros niños”, comenta. Logo y lema El Ceecsa usa como logo un corazón en cuyo centro se lee la siguiente invitación: “Abre tu corazón donde las limitaciones te necesitan”. AdmisionesEl Centro de Educación Especial Catalina de San Agustín admite a niños y niñas a partir de los cinco años. Estos pueden permanecer en la institución -que es una escuela, no un hogar o albergue- solo hasta los 15 años de edad. ¿Desea ayudar?El Ceecsa cuenta con un programa de apadrinamiento. Si desea sumarse, puede hacer un depósito en la cuenta 74706908-6 del Banco Popular, que está a nombre de la Pastoral Social de la parroquia Divino Niño Jesús.