COSAS DE DUENDES
Los Peter Pan
Cargar con las consecuencias de tus actos es la única vía sana para aprender de ellos, pero en esta sociedad muchos padres, hermanos y hasta tíos han decidido asumir las responsabilidades de parientes para evitarles dolores y fatigas, provocando que sus fallas sean cada vez más graves y sus comportamientos más egoístas y mezquinos. Por ejemplo, un anciano de 87 años ha mantenido por décadas a su hija y nietos, que la primera procreó con hombres que se desentendieron del asunto. A esta hija “amorosa” hay que pagarle para que prepare la comida con la que ella y su propia familia se alimentan. El salario es la manera que encontró el padre de proporcionarle un sustento a su hija, que ya se convirtió en abuela sin haber tenido nunca sobre los hombros la responsabilidad de salir a la calle para ganarse la vida. Si hago memoria puedo citar varios casos de padres irresponsables cuyos parientes han asumido la manutención y educación de sus hijos. Recuerdo uno muy singular. Una humilde mujer me contaba, que un tío de su hijo, que trabaja turno doble en España, es quien se ha hecho cargo de los gastos del niño porque su ex marido no le da un centavo. Este niño tiene así un nivel de vida que parece surgir de la nada, como si las cosas no costaran esfuerzo, porque el origen de su bienestar es producto de un sacrificio que él no ve y, por lo tanto, probablemente, tampoco valora. Por desgracia, aunque no siempre es así, muchos hijos asumidos por terceros y sus progenitores, que no los mantienen, no agradecen la mano que se les extiende. La gratitud, en el caso de los que evaden la responsabilidad, casi nunca está presente. Por el contrario, acostumbrados a recibir siempre, mantienen la mano extendida y con esa misma mano son capaces de golpear a los que les han alimentado si se atreven a negarle un bocado más. Porque, en el fondo, aunque tengan sesenta años, son niños malcriados, personas a las que la sobreprotección no los dejó crecer, y de adolescentes o jóvenes problemáticos, con dificultad para encontrar su destino, pasaron a convertirse en gente madura improductiva, o viejos con complejo de adolescente, cuyos gustos y deseos son el centro de sus esfuerzos a la espera de que quienes los suplan sean otros. Ellos jamás cruzan la línea para cambiar de rol, y devolver lo recibido, porque el papel de Peter Pan les resulta mucho más cómodo.