MEMORIAS DE VIAJES

Trattoría en la terraza

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Carmenchu BrusíloffSanto Domingo

¿Qué te apetece comer?, me pregunta Ángel cuando un sábado a mediodía pasa con Rossy a buscarme. “Algo ligero. No carne”. ¿Un sitio especial? No se me ocurre ninguno, pero que no sea algo suntuoso ni platos con salsas de crema. “Hay una trattoria que abrieron recientemente (en Santo Domingo), según dijo Tania”, comenta Rossy. ¿Sabes dónde queda? “No recuerdo bien, pero sé más o menos. Vamos a buscarla”. Y por las calles del ensanche Naco, montados en el carro, miramos a diestro y siniestro hasta que, de pronto, en la Roberto Pastoriza destacan unas mesitas con manteles de cuadros rojos y blancos en una pequeña terraza con aspecto trattoria. He aquí el local: Trattoria da Enrico. El asunto es que la ambientación de trattoria es solo al exterior. En su interior desaparece la informalidad de una trattoria y se convierte en el de restaurante. Sea como fuere, aquí nos quedamos. Al fondo del salón principal un mural, a todo lo alto y ancho, despliega la belleza de un pueblito italiano. No es de extrañar, el propietario y chef ejecutivo es italiano: Enrico Raciti. Echamos un vistazo a todo el entorno para elegir mesa. Ángel, que ha visto al entrar un saloncito aislado con solo dos mesas, pregunta si podemos comer ahí. El atento camarero responde afirmativamente. El menú es en un altísimo porcentaje elaborado solo con platos italianos, aunque debe haber excepciones, pero no las busco. Luego de probar tres tipos de entremeses, que están bien pero nada del otro mundo, espera cada cual su plato. El de Rossy y el mío es el mismo: Linguini alle Vongole. “Eso sí, que estén al dente”, aclaramos. (Linguini es un tipo de pasta. Vongole es una salsa que tiene ajo, vino, aceite de oliva y almejas). Cuando traen la comida, que acompañamos de vino tinto, la pasta es abundante; y las almejas, aunque pequeñas son muchas. El camarero me pregunta si quiero picante. Digo que sí, aunque creo que la salsa arrabiata tiene un costo adicional. De postre pido suppa (un bizcocho de suave textura que entiendo lleva licor). Me recuerda cuando de teenager iba a merendar suppa inglesa (un postre que es italiano pese al nombre) a la terraza del Vesuvio, cuando abrió en la avenida George Washington. ¡Cómo me gusta!

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