INTEGRACIÓN ARMONIOSA

Familia y salud

El bienestar emocional de los individuos depende en gran medida de la salud del primer subsistema social en el cual interactúa y se relaciona

La salud emocional y la física se encuentran estrechamente relacionadas. Los miembros de una familia emocionalmente enferma manifiestan con frecuencia síntomas físicos como cefaleas, enfermedades cutáneas, problemas respiratorios, dolor de pecho, trastornos del sueño, caída de pelo o sudoración excesiva, entre otros. “Lo que no se puede comunicar con palabras, los seres humanos lo somatizamos en el cuerpo”, explica el psicólogo René Omar García. Un niño o niña, dice, podría padecer algún malestar corporal como consecuencia del temor que le produce un padre autoritario o, por el contrario, enfermarse para llamar la atención de unos progenitores física o emocionalmente ausentes. “La salud, y lo dice la Organización Mundial de la Salud, no es solamente ausencia de enfermedad”, comenta García. “Es una integración armoniosa de la mente y del organismo. Tiene que haber una sensación de bienestar; cuando una persona no siente bienestar ya está enferma”. El bienestar emocional de los individuos depende en gran medida de la salud del primer subsistema social en el cual interactúa y se relaciona: la familia. Signos de una familia sanaToda familia comparte en esencia un lazo sanguíneo. Una familia sana comparte un vínculo mucho más fuerte: el emocional. Tiene, además, una identidad propia, concepto que no se refiere únicamente al apellido y que abarca rituales, códigos o características propias y diferentes en cada grupo. Los miembros de un hogar sano se acompañan mutuamente y pueden, juntos, hacer frente a los conflictos que se presentan en cada etapa. La vida familiar pasa por distintas fases: desde que se forma la pareja, pasando por la llegada de los hijos, el crecimiento, desarrollo y partida de estos, hasta que la pareja inicial vuelve a quedar sola. La flexibilidad del sistema para adaptarse a esos cambios es un indicador de salud, dice el psicólogo René Omar García. “¿Qué no es una familia sana? No es una familia que no tiene problemas o crisis, no es ausencia de conflictos o de diferencias”, aclara García. Todas tendran cosas que superar. “Otra cosa que le da salud a la familia es cuando la gente se puede comunicar -explica el profesional de la conducta. Hay familias que no discuten pero hay una dictadura silente, nadie se expresa, hay mucha gente reprimida”. La represión afecta con frecuencia a los más pequeños de casa, a quienes por tradición no se les permite opinar o participar de decisiones de adultos. Esto es un error. Los niños y niñas pueden emitir juicios u opiniones acordes con su edad en asuntos simples que atañen a todos los integrantes del hogar. Se les puede preguntar, por ejemplo, si les gusta el color escogido para pintar la casa o el auto nuevo de la familia. “No quiere decir que se deba caer en el extremo de ser permisivos o paternalistas y dejar que el niño haga lo que quiera”. El niño al que se le ponen límites acordes con su edad se sentirá más seguro y protegido. Sin embargo, un detalle aparentemente sencillo como permitir a los chiquillos que den una opinión indica apertura y buena comunicación, afirma García. ¿Basta el amor?Algunas personas entienden que, para formar una familia emocionalmente sana y funcional, existe un requisito único e imprescindible: el amor. En efecto, el amor es imprescindible, pero incluso la definición y el concepto de amor varía de una persona a otra. “El amor es importante, pero el amor no es solamente un sentimiento”, señala García. Expresiones de afecto como las caricias, los abrazos, los besos y las frases dulces abonan el camino hacia un sistema familiar saludable, pero el amor va más allá. “El amor -expresa García- tiene que ver con decisiones, con acciones y con compromiso”. Según él, el amor filial educa, sabe decir que no; protege, mas no sobreprotege, en el entendido de que la sobreprotección convierte a su objeto en un ser dependiente y carente de autonomía. “Eso influye hasta en el subdesarrollo”, asegura García. “Mientras más familias crían hijos sanos e independientes hay más desarrollo, más crecimiento económico y más autonomía. Los hijos que no se pueden ir están mal educados, es un sistema tóxico”. ParejaLa salud de la familia empieza con la pareja, pues esta es la base de aquella. Con frecuencia, uno de los miembros de la pareja -casi siempre la mujer- se vuelca hacia los hijos tratando de llenar necesidades afectivas que no encuentran respuesta en su relación de pareja. Eso, de acuerdo con García, puede generar enfermedad en el sistema. Ese hijo o hija llega a desarrollar una complicidad con el progenitor que le dedica toda su atención y ambos forman una especie de alianza en contra del otro progenitor. También podría suceder que, como consecuencia de los problemas de la pareja, uno de los hijos asuma la función que le corresponda al padre que está física o emocionalmente ausente. Familia e individuoLa familia es el primer grupo en el que una persona interactúa y, por tanto, es el sistema en el que aprende cómo relacionarse con otros. Mientras más funcional sea una familia, mayor posibilidad hay de que el individuo formado en ella exhiba equilibrio emocional. Pero todo es posible. De un hogar equilibrado puede salir una persona emocionalmente enferma. Lo mismo que de un hogar destruido puede emerger alguien emocionalmente equilibrado que puede interrelacionarse de manera adecuada y ser funcional en su medio. “El ser humano es muy complejo”, expresa García. “El ser humano es su historia y su ambiente, él y sus circunstancias como decía Ortega y Gasset”. No obstante, agrega, es casi seguro que cuando hay una buena experiencia familiar se desarrolla un “sistema inmunológico emocional” más fuerte.

(+)LOS ERRORES Y PROBLEMAS COMUNES• Formar familias cuando no se está preparado para ello. • No asumir compromiso ni emocional ni de ninguna índole. • Delegar la crianza de los hijos a terceros, aunque formen parte de la propia familia. Aunque los niños deban dejarse al cuidado de sus abuelos o tíos, eso no da permiso a los padres para que se desvinculen de ellos emocionalmente. • Involucrar a los hijos en los problemas de pareja de los padres. • Discutir frente a los hijos. • No resolver los conflictos que se presentan. Los conflictos no resueltos se van sumando y van minando la salud del sistema. • Promover los celos y la rivalidad entre hermanos al compararlos o mostrar favoritismo por alguno de ellos. • Hacer por un miembro de la familia lo que este puede hacer por sí mismo porque ya tiene edad para ello.

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