COSAS DE DUENDES
Lluvia con sangre
Las lluvias de tormentas siempre vienen mezcladas con sangre. Por eso, cuando el presidente Danilo Medina dijo que no quería ni un muerto producto del paso por el país de Chantal, yo rogué que su deseo se viera cumplido. No fue así. La primera víctima fue un bombero de apenas 18 años que sufrió golpes luego de que destapara una alcantarilla llena de agua. Después un adolescente de 16 años escogió un río crecido, en medio de una situación como esa, para darse un baño, y murió ahogado. Y el último caso, del que me enteré ayer en la tarde cuando escribía esta columna, es el de un bebé de nueve meses que también se ahogó mientras dormía en su casa del sector La Ciénaga. La Defensa Civil dijo que los padres de este niño se negaron a abandonar el lugar. A raíz de la tragedia, el director del COE ofreció unas declaraciones que podemos considerar fuertes. Él dijo que si el infante había muerto ahogado, tomando en cuenta que el Código del Menor manda a los padres a proteger a los niños y adolescentes, asumía que sus padres también se habían ahogado. Sé que él no está deseando que esto ocurra pero lo que dice tiene sentido. Se supone que un bebecito de nueve meses nunca está solo y, creo yo, menos aún ante una amenaza de inundaciones en un lugar peligroso en el que su familia decide permanecer pese a las advertencias. Los suyos le fallaron, a Johandry Nova, al no ponerlo a salvo y el Estado tampoco está asumiendo su papel en este tema de proteger a los niños. Si un adulto quiere jugarse el pellejo, está en su derecho, pero no puede arrastrar con él a un niñito indefenso. Así como las autoridades desalojan a quienes ocupan terrenos ilegales a la fuerza, para hacer respetar decisiones judiciales, deberían valerse de la ley para evacuar a los menores cuyas familias permanecen en zonas de riesgo en caso de tormentas y huracanes. Los niños no pueden seguir muriendo por decisiones erradas de terceros, aunque sean sus padres. Si no hay un marco legal, se hace necesario crearlo, porque resulta demasiado larga la lista de pequeños que se han ahogado arrastrados por adultos primero y luego por las aguas durante las temporadas ciclónicas. Es importante que el Presidente sepa que, para que no haya ni una muerte, o por lo menos estas se reduzcan a las mínimas, los adultos a cargo de menores deben saber cuán caro pagarán si no los protegen como es su obligación.