Plástica
La esencia de una creadora pictórica del 50
En el Centro Cultural Mirador, la exquisita artista plástica Eridania Mir se nos muestra en una antológica exposición en la que el espectador se pone en contacto con una apretada selección de su obra, la que, a modo de primicias, pudimos admirar, junto a la prueba del libro catálogo, Eridania Mir: la esencia de una creadora”, de la autoría de los conocidos críticos de arte Lilian Carrasco, Danilo de los Santos y Myrna Guerrero, quienes hacen un valioso rescate de la excelente creadora de la generación del 50. Vivaz y conservadora en su pulcro y luminoso hábitat, mi otrora profesora de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en la carrera de Periodismo, habló de esta muestra con el entusiasmo de una adolescente, cada pieza que colgaba de sus blancas paredes nos mostraba a la autora autobiografíada, a la caribeña ataviada con los abalorios étnicos de nuestra herencia afroantillana, de esos fondos verdes esmeraldas en las que el espléndido follaje presentaba sus galas brillantes y donde la simbólica caña de nuestros ingenios aportaba el destello luminoso de un amarillo refulgente. Hermana del poeta nacional, Pedro Mir, en este año en que celebramos el centenario de su nacimiento, Eridania no necesita de las palabras para decir con ellas sus mejores versos. La soporta la imagen, retratada en esas obras que pregona los valores étnicos del mulataje, de la cimbreante cintura que se dibuja debajo de la tela blanca, de los vestidos antillanos. Eridania es continuadora de una tradición que evidencia la pintura dominicana. El secreto de sus tesorosEstá en la sala Rafael Díez Niesse, del Centro Cultural Mirador, que preside Purísima de León. Eridania Mir nos convoca a que contemplemos el secreto de sus tesoros pictóricos, con los que al exponerlo devela el misterio de su ostracismo expositivo, pero que nos muestra que sin prisa pero sin pausa, su quehacer pictórico continúa vivo y a sus 84 años es un tiempo oportuno para celebrar la vida, su vida, con el fruto de su praxis cotidiana, con el dibujo, la tinta, la acuarela y la pintura, a la que se entrega con alma y un corazón lleno de poesía y ternura que extrapola con creces a sus lienzos y papeles. Apasionada feminista, esta destacada figura de la década del 50, nos devuelve vital, simbólica, transformadora, arquetípica, el papel de la mujer y aunque la aborda como campesina, vendedora, con su empaque afroantillano, es la imagen de mujer y madre la que acapara su impulso pictórico.