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Mala fe o envidia

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Charlotte CastilloSanto Domingo

Partiendo de un refrán muy utilizado por mi señora abuela, y que lo he acogido como consejero en mi vida personal y laboral, tanto la envidia como la mala fe, dos antivalores muy comunes en nuestra sociedad y nuestro diario vivir, han hecho que la solidaridad, el sentido humano, el respeto y el amor al prójimo vayan perdiéndose con el pasar de los años. Con frecuencia sucede principalmente en los trabajos (un compañero o jefe que te hace la vida imposible con tal de que no progreses y escales a nivel profesional, por el simple hecho de que no le caíste en gracia, esto incluso a pesar del buen trabajo que realizas), en las escuelas (compañeros que por tu dedicación a los estudios se hacen tus primeros enemigos, e incluso suele pasar a veces con algunos profesores) y quizás hasta pase con tus ‘’mejores amigos’’, que al verte avanzar sienten recelos hacia ti. En fin, no encuentro explicación a algo tan sencillo, pero que a la vez resultaría fatal en las relaciones interpersonales de todos los seres humanos. En mi caso en lo laboral me limito a hacer mi trabajo sin estar pendiente de la competencia que me hace el de al frente o el de al lado; en la universidad cumplo con mis tareas y obligaciones asignadas; en mi vida personal tengo mucho cuidado a la hora de elegir mis amistades y en lo sentimental, entendiendo que todos somos diferentes, trato de respetar sus diferencias y comprender cada uno de los momentos por los que atraviese mi pareja. Siempre digo: “La yerba que esta pa’ un burro no hay vaca que se la coma’’, y es que por encima de la mala fe, de la envidia y del fulan@ aquel que vive pendiente de uno, en el cielo hay un Dios que todo lo ve, el mismo que no desampara ni desprotege a sus hijos, ese que sabe hasta la cantidad de cabello que tienes nunca te dejará solo; y es que al que a hierro mata a hierro muere y lo que fácil viene fácil se va. En la vida, absolutamente todo es pasajero, los amigos falsos se descubren con el tiempo, y en los trabajos, las personas pedantes terminan fuera de su puesto.

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