FÁBULAS EN ALTA VOZ

Métodos antiguos por la privacidad

Los tiempos avanzan y los seres humanos nos modernizamos. Ello ha hecho que para lograrlo se vea comprometida hasta nuestra confidencialidad. Nuestra vida es un libro abierto. La conocen hasta en el espacio. No somos dueños más que de nuestros pensamientos. Al menos yo, temo hasta mandar un mensaje “privado” porque sé que millones de personas tendrán acceso a él. Por eso me transporté a una ciudad antigua y fabulosa, donde solo la persona interesada pueda ver lo que quiero que vea. Allí llegué y mi felicidad fue descomunal al observar el valor que tienen las cartas hechas a puño y letra. Los correos tienen un gran protagonismo y los munícipes hacen uso de él con frecuencia. Declaraciones de amor, reproches, felicitaciones, muestras de afectos a un familiar, amigos... en fin, cualquier mensaje, por comprometedor que sea, lo envían por esa vía sin temor a que sea violentada su privacidad. En ciudad fabulosa, cada quien se encarga de llevar su vida. A nadie le interesa lo que el otro haga o deje de hacer. No existen redes sociales que permitan ventilar asuntos que solo interesan a sus propios dueños dueños. Nada de Facebook, Twitter, YouTube... Las cartas son el fuerte del lugar. A través de ella se explayan contando un asunto privado, ya sea de trabajo o laboral, sin que se entere el mundo de lo que allí se dice. No hay persecución por develar secretos de espías, y mucho menos se condena a muerte a quien se revela ante el abuso de hurgar en la vida privada de la humanidad. Wao, pero qué pena tener que volver a esta cruda realidad, la cual se presenta con un prontuario de inconvenientes para las personas poder mantener a salvo lo único que humanamente les pertenece: la privacidad. Pero al menos hay un suspiro. Podemos apostar a volver a los métodos antiguos, mediante los cuales, de una manera más discretra, y en ocasiones, romántica, es posible decir lo que se nos antoje sin tener a cuestas el peso del monstruo que nos acecha para juzgarnos o condenarnos por esa hoja de vida o esos secretos que solo a nosotros nos importan. Les recuerdo: hay métodos antiguos que preservan nuestra privacidad.

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