FÁBULAS EN ALTA VOZ

Dejar atrás los complejos

Cuando las personas tienden a acomplejarse, no importa de qué modo, pueden acabar con las relaciones más fructíferas y sanas. En nuestro país esto abunda. Cansada de lidiar con los complejos de su pareja, Sonia decidió visitar un lugar donde no existe ni siquiera el término. Feliz de compartir con gente optimista, la joven empezó a experimentar la más plácida de las experiencias. En ese lugar no conocen ese concepto que engloba tantos antivalores. Sí, porque quienes tienen complejos pueden sentir un poco de envidia, resentimiento, egoísmo, rencor, prejuicio... En fin, es como un coctel de energía negativa que daña. Sonia afortunadamente está viviendo un momento que no cambia por ninguno. Ve cómo los pobladores de la ciudad donde ahora está no saben lo que es tener la autoestima baja, que es la principal señal de los acomplejados. Aceptan sus defectos y basado en ello hacen todo lo que está a su alcance para corregirlos. No reparan en reconocer los méritos de otros, sin sentir remordimiento por los lauros que puedan sumarles con su apoyo. El prejuicio no aturde su mente. No le dan importancia a contar o no con la aprobación de quienes le rodean. Simplemente actúan en su diario vivir y luchan por alcanzar las metas propuestas. No se detienen a ver quiénes obstaculizan sus buenas vibras. Su misión es canalizar esas energías positivas y con- vertirlas en poderosas herramientas para lograr el éxito en todo lo que hagan. Saben muy bien que todo lo que de buena fe llega así perdudarará. A Sonia le ha asombrado ver cómo los munícipes de esa ciudad fabulosa apuestan a llevarse bien con el resto. Saben que las dificultades son aliadas por excelencia de las energías negativas y le huyen a eso como el diablo a la cruz. Todo lo hacen en procura de conseguir resultados óptimos. No prejuiciarse ante determinadas situaciones les ha resultado muy alentador. No buscan un trasfondo en cada cosa para encontrar lo que no se les ha perdido. Se conforman con confiar en los demás. Al fin y al cabo, saben que cuando la persona se hace falsos juicios sobre tal o cual cosa, es ella quien peca. A eso le temen y por ello han decidido vivir en paz con ellos y con los demás. Todo les queda bien, si se caen se levantan sin echarle la culpa a nadie, si fallan saben resarcir el error, si faltan a alguien no les humilla pedir excusa, si se equivocan aceptan las correciones y, lo más importante, dan muestra de que llevan a Dios en su corazón y valoran lo bueno que es saber conservar una relación familiar, de amistad, laboral, de comunidad o amorosa. ¡Ay Dios, qué bueno sería si en mi país todo fuera así! Pero no, ahora que Sonia está de vuelta en su “amada” República Dominicana lamenta la cantidad de conflictos que se originan a diario aquí precisamente por los complejos de personas que, a veces, ni saben cuán grave es ser presa de ese antivalor. No podemos dudar que hasta muertes han ocurrido por la existencia de ese enemigo peligroso que es el ser acomplejado. Siempre cree que cualquier discurso tiene una segunda intención. Hay que cuidarse de padecerlo y de quienes lo padecen. Está en cada persona dejar atrás los complejos.

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