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Entre razones para vivir y ser feliz

Vivir sin tener una razón para hacerlo no es una buena opción, cuando la vida nos ofrece tanto. A veces no sabemos ver las cosas pequeñas que nos pueden proporcionar grandes satisfacciones. No sé por qué, pero hoy amanecí más positiva que ayer. He empezado a valorar un poco más lo que tengo. ¿Será por ya a mi edad la vida empieza a mostrarme un mundo más oscuro? Realmente no sé. Pero tengo la voluntad de ser luz dondequiera que esté, al final eso es lo que cuenta. He aprendido a ver las situaciones de la vida un poco más allá y estoy empezando a creer que somos los propios forjadores de nuestro destino y que de nosotros mismos depende ser felices. Y qué bonito es ser y sentirse feliz, pero la mayoría de la gente dice que eso cuesta mucho. Para mí es un asunto de actitud. Es curioso en estos tiempos escuchar a gente que uno ve con mil ocupaciones y sacan un momentito para hablar de la felicidad. Ayer, por ejemplo, intervine en la conversación de unas compañeras (a las que admiro mucho) en que decían que la felicidad dura poco, que tener una pareja sentimental ayuda a sentirse feliz, y que la alegría y la felicidad son cosas distintas, es decir, porque tengas una sonrisa en los labios no significa que seas feliz. Por mi parte yo decidí vivir con una actitud positiva.

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