DE LIBROS Y LIBRERÍAS

Para mis amigos, los libreros de la ciudad

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María Antonietta RonzinoSanto Domingo

Hace mucho tiempo que se está hablando del final del libro impreso, de que la modernidad y la era digital van a ser los “sepultureros” de los textos y parece que ha llegado la hora. En recorridos por la Zona Colonial, especificamente, la calle Arzobispo Nouel y Las Mercedes, vemos y oímos en conversaciones con los libreros a quienes nos unen muchos afectos, que están por cerrar, por vender los negocios porque la gente no compra libros y ellos no pueden con la carga económica que representa la situación y permanecer en el comercio, por lo que están por cerrarlos definitivamente. La globalización ha sido la causante, a mi juicio, del descalabro financiero de muchos países que están inmersos en gravísimas crisis económicas, y en los que sus ciudadanos no pueden “llegar al mes” y no consiguen con qué mantenerse ellos y a sus familiares. Desde luego también el despilfaro y la corrupción han jugado un papel de primera mano. Recuerdo que en los viajes realizados por el exterior, cuando iba a las tiendas a comprar, donde fuera, todo decía “Made in USA”, luego eso fue cambiando, las etiquetas decían hecho en Turquía, en Indonesia en la India y hasta en República Dominicana, ahora es totalmente diferente, todas dicen “Made in China”, situación que al único que beneficia industrialmente y para la exportación es al país asiático. En otro orden tenemos que los libros digitales y las mil maneras de la gente adquirirlos, bajando o encargando por Internet, están llevando a la ruina a los libreros. No importa lo que éstos ofrecezcan al público, porque, como sucede con los discos, los consiguen dándole a un botón en la computadora. Me atrevo a enviarle un mensaje al señor Presidente, Leonel Fernández Reyna, a quien llegué a ver en la Librería La Trinitaria, de la querida amiga Virtudes Uribe, antes de él ser jefe de Estado, y a mi amigo, ministro de Cultura, José Rafael Lantigua, para que inventen algo, no sólo la celebración de la Feria del Libro, a la que acude mucha gente, a pasear y algunos a comprar, que encuentren una fórmula para que las librerías de la Zona Colonial, que le dan un ambiente totalmente cultural al área, no desaparezcan, como tampoco lo hagan otras del país.

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