¿QUIÉN ESTÁ EDUCANDO AL PUEBLO?
“Tú eres mi hijo, el predilecto”
¡Feliz Año 2012! Hoy conmemoramos el Bautismo del Señor. Y las lecturas son bellísimas y cargadas de una esperanza maravillosa. Isaías, el profeta que más anuncia al Mesías al que había de venir, dice en el siglo VI antes de Cristo: “Miren a mi siervo, mi elegido a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que promueva el derecho en las naciones.” (Is 42, 1) Y eso se cumple en Jesús el día de su bautismo, cuando “se abre el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma sensible, como de una paloma, y todos oyen una voz del cielo que decía: “Tú eres mi Hijo, el predilecto, en ti me complazco.” Es el mismo Dios quien testifica que Jesús es su Hijo Amado, y ni así lo reconocen como el Mesías. Juan sí lo sabía. Y por eso proclamaba “yo no merezco desatarle las correas de sus sandalias”. ¡Cuánta humildad! Él nunca se tomó el lugar del Mesías, aunque muchos lo consideraban así. Y si Jesús era el Hijo de Dios, también lo somos nosotros por nuestro bautismo. Es el bautismo el que nos brinda, además, la oportunidad de entrar a formar parte de la Familia de Dios. Y para nosotros debería ser un compromiso el vivir como hijos de Dios y hermanos de Cristo cada día de nuestra vida. Pero también nosotros somos incapaces de aceptar este compromiso, que aunque fueron nuestros padres los que lo asumieron cuando nos llevaron a bautizar, pudimos confirmarlo en el Sacramento de la Confirmación, cuando ya teníamos entendimiento y voluntad para hacerlo. Pero, ¡qué poca formación catequética tenemos! El Señor nos brinda hoy una nueva oportunidad. Que este nuevo año 2012 nos traiga la esperanza de los hijos de Dios. Un año que ya viene cargado de incertidumbre, por los cantos agoreros de tantos que han perdido la esperanza, sea para nosotros, cristianos, Hijos de Dios y herederos del Reino, una ocasión de brindar al mundo justicia y paz, como lo pedía S.S. Benedicto XVI en su mensaje de Año Nuevo. Él nos pide mirar al nuevo año con la imagen que nos ofrece el Salmo 130. El salmista dice que el hombre de fe aguarda al Señor “más que el centinela a la aurora” (v. 6), lo aguarda con una sólida esperanza, porque sabe que traerá luz, misericordia, salvación. Esta espera nace de la experiencia del pueblo elegido, el cual reconoce que Dios lo ha educado para mirar el mundo en su verdad y a no dejarse abatir por las tribulaciones.” Por eso, el Papa, nos invita a mirar el nuevo año con dicha actitud de confianza. Este año la Conferencia del Episcopado Dominicano lo ha dedicado por entero a la Familia. Por eso el lema del año es “En familia y fraternidad cambiemos la sociedad”. Vamos a aprovechar, como nos lo pidió S. S. Benedicto XVI, para promover su mensaje “a todas las familias y a todos los estamentos educativos y formativos, así como a los responsables en los distintos ámbitos de la vida religiosa, social, política, económica, cultural y de la comunicación”, para que se aproveche todo este año para educar a todos en la verdad y la libertad, en la justicia y en la paz. Levantar los ojos a Dios. “No son las ideologías las que salvan al mundo, sino sólo dirigir la mirada al Dios viviente, que es nuestro creador, el garante de nuestra libertad, el garante de lo que es realmente bueno y auténtico, mirar a Dios, que es la medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es el amor eterno”. “La paz no es un bien ya logrado, sino una meta a la que todos debemos aspirar. Animémonos mutuamente en nuestro camino, trabajemos para dar a nuestro mundo un rostro más humano y fraterno y sintámonos unidos en la responsabilidad respecto a las jóvenes generaciones de hoy y de mañana, particularmente en educarlas a ser pacíficas y artífices de paz” (S.S. Benedicto XVI).