COSAS DE DUENDES

¿Escogió que siga el entierro?

Organicé junto a un grupo de amigas una reunión en casa para evaluar el año 2011, que acaba de finalizar, y proyectar las metas que nos trazaríamos para este 2012 que apenas empieza. Ese encuentro me dejó la certeza de que resulta muy útil tomarse la molestia de hurgar en nuestra mente para extraer de allí los sueños y aspiraciones y establecer los pasos necesarios para alcanzarlos. Hicimos unos ejercicios muy beneficiosos, dirigidos por Martha y Marisela, que actuaron como facilitadoras de la actividad. Uno consistió en ponerle nombre tanto al año que terminaba como al que empieza. El simple acto de tratar de colocarle un sello distintivo a este año me ayudó mucho a entender cuál es la meta central y, por lo tanto, hacia dónde debo enfocarme. Creo que algo tan sencillo es el tipo de acción que, muchas veces, nos falta cuando decidimos ponernos metas ante la llegada de un nuevo año. Pues, nos dispersamos, hacemos una lista larga y no enfocamos la prioridad. Otra acción positiva fue dividir en áreas las metas. Eso nos ayuda a promover un equilibrio en nuestras vidas. Por ejemplo, si usted divide sus propósitos en salud, profesional, familiar, social, académico, espiritual y de entretenimiento, podría notar, como pasó en algunos casos, que en unos renglones hay muchas meta y propósitos mientras otros permanecen vacíos. Eso debería detonar una alarma interior que nos lleve a revisar si estamos invirtiendo exceso de energía en alguna área de nuestras vidas mientras descuidamos otras. Es el caso de quienes se ponen un montón de metas profesionales y académicas pero ninguna de salud, espiritual o de diversión. Si cualquiera de estos aspectos no es tomado en cuenta, nuestra vida cojeará, porque la armonía, el ser capaz de tener un poco de todo en equilibrio, es lo más cercano a la felicidad. Otro aporte del ejercicio que realizamos fue que nos obligó a escribir los pasos que debemos dar para alcanzar las metas planteadas. Esto es vital. Porque si resulta común que algunos no lleguemos ni a escribir los propósitos de un nuevo año más frecuente es que escribamos las metas con lujo de detalles pero ni no planteemos los pasos a dar para llegar hasta ellas. Y la única garantía que tenemos de que lograremos un sueño es si estamos claros en qué debemos hacer para alcanzarlo y, por supuesto, admitir si vamos a invertir el sacrificio, la energía la dedicación y el tiempo que requiere. La diferencia entre dos personas que desean una misma cosa es que hay una dispuesta a hacer los sacrificios necesarios para lograrla y otra que si no le cae como el maná, del cielo, prefiere “que pase el entierro” como al hombre que llevaban al cementerio porque se moría de hambre. Resulta que era muy vago y cuando le ofrecieron un plátano preguntó si estaba pelado y hervido, como no lo estaba, gritó “que siga el entierro”. Eso puede estar pasando con nuestras metas, que, por no hacer lo que nos corresponde, estemos renunciando a ellas. Por último, en la reunión para planificar este año, acordamos hacer encuentros de evaluación para chequear cómo vamos. Unas y otras seremos así las garantes de que cada quien está haciendo lo que le corresponde para alcanzar sus sueños. www.cosasdeduendes.com

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