COSAS DE DUENDES
¿Es educado?, salude
Un judío, minutos antes de la hora en que debía salir de su trabajo, entra a inspeccionar una nevera la cual, accidentalmente, se cierra. El hombre queda atrapado dentro. Tras cinco horas congelándose, y ya a punto de morir, se abre la puerta. Era el vigilante de la fábrica. Cuando le preguntaron cómo se le había ocurrido abrir ese refrigerador, contó que de los miles de empleados que tenía la empresa sólo el hombre que quedó atrapado le decía en la mañana: “Hola, buenos días” y en la tarde “Buenas noches, hasta mañana”. Él esperaba siempre esos saludos. En la mañana lo había recibido, por lo que sabía que este hombre había llegado y, como no se había despedido, supuso que permanecía dentro y decidió buscarlo. Así que ese saludo a un individuo que para el resto de sus compañeros de labores era invisible, le salvó la vida. Esta historia, real o no, lleva a recordar que la actitud ante la gente más humilde que nos brinda algún tipo de servicio puede tener un gran peso. Como la mayoría de los empleados de esa fábrica, muchas veces, actuamos como si los porteros, los jardineros, los choferes, las empleadas domésticas, las recepcionistas y muchas otras personas que se ganan la vida con oficios modestos, no existieran. Creemos que es algo normal ignorarlos sin tener idea de lo que para muchas de esas personas representa el hecho de que le tomemos en cuenta. Hace un par de semana estaba en la recepción de un canal de televisión y vi entrar a un joven diputado que también tiene un programa. Me sorprendió muchísimo verlo atravesar la recepción, que estaba llena de camarógrafos y choferes, además de la recepcionista, sin decir buenas tardes. Por supuesto, cuando dio la espalda, noté muestras de desagrado en muchos rostros. Porque no se trata de dar dinero o regalos, solo el saludo, o reconocimiento, es suficiente. En estos días viví una experiencia al respecto con Altagracia, la señora que me ayuda en casa. Resulta que mi hijo menor pidió un moro de habichuelas negras, y Altagracia se lo había hecho. Estábamos sentados en la mesa almorzando y me resultó raro que esta señora se quedara parada frente a nosotros como si esperara algo. Entonces le dije a Jorgito que le agradeciera a Altagracia por haberlo complacido al preparar ese rico moro. Él le dio las gracias y ella respondió con una gran sonrisa: “Eso era lo que yo estaba esperando”. Así de simple. Por si no lo sabe, en las conversaciones entre domésticas y choferes las personas de mayor jerarquía laboral o social son evaluadas partiendo de si saludan o no. Mil veces he escuchado decir “Ese no saluda a nadie”, como señal de que se trata de una mala persona. Aunque esto no sea así. En una ocasión, un vigilante justificaba no haber intervenido en la emergencia que se presentó en un apartamento porque “esa gente nunca saluda”. Y pensar que el saludo habla más del que lo da que del que lo recibe. Les cuento esta anécdota: Una reina que paseaba acompañada por su esposo el rey respondió el saludo de un mendigo que estaba sentado en el suelo. El rey le preguntó por qué saludaba a una persona de tan bajo nivel social y ella le contestó que porque no podía permitir que ese mendigo fuera más educado que ella. Así que, diputado salude, demuestre su educación.

