COSAS DE DUENDES
Albedrío
Cada una de las frases que Jesús pronunció en frente de testigos, están llenas de una sabiduría sobrenatural. En cualquiera de ellas podríamos basar los cimientos de nuestras vidas porque, y creo que ese es uno de sus grandes misterios, representan una guía existencial, aún ahora, más de dos mil años después de su muerte. Reflexionando sobre los muchos cuestionamientos que he leído y escuchado con relación a la existencia de Dios, pensé que el legado de Jesús no quedó enterrado en el olvido durante estos dos milenios, como muchas otras teorías y propuestas, porque cada ser humano que busca de Dios, con sinceridad, llega a sentir la presencia de Él en su vida y puede dar testimonio de ello. Así que luego de las palabras sabias de Jesús, de sus milagros, de los testimonios de quienes lo conocieron, y de la labor desarrollada por sus discípulos, que difundieron el cristianismo, ese mensaje pudo multiplicarse en la voz de cada ser humano que, al apelar a Dios, encontró consuelo, recibió la orientación que necesitaba o fue testigo u objeto de un milagro. De ahí que hoy, pese a la tecnología, la violencia, las drogas y la transformación social y cultural de los pueblos, los creyentes se siguen multiplicando, porque la doctrina cristiana no se sustenta sólo en un individuo que vivió hace tiempo cuyas acciones han ido pasando de boca en boca porque, de ser así, el cristianismo estaría muerto. Está vivo debido a que no se trata de una historia que nos contaron sino de una presencia en nuestras vidas de la que podemos dar testimonio cada uno de los que creemos, pese a los vientos que soplan y tratan de arrastrarnos hacia otro lado. Hemos creído, tal y como manda una de esas sabias frases pronunciadas por Jesús, quien dijo: “No temas, cree solamente.” Según el evangelio de San Marcos, Jesús dijo esto ante el cadáver de una niña y le hablaba al padre de esta que estaba lleno de temor. La niña fue resucitada. Lo increíble es que esa frase nos puede servir en cada circunstancia, en cada desafío. Sólo necesitamos creer en Dios, en sus milagros y en su capacidad para transformar nuestras vidas. Si creemos, lo que parece imposible, pasará; si tememos y dudamos, no. El libre albedrío que el Creador nos otorgó deja en nuestras manos la decisión. Aquel padre, pese a estar ante un cadáver, creyó y el milagro se produjo con una frase que también es capaz de sacudirnos. Jesús le dice a la pequeña muerta: “Niña, a ti te digo, levántate”. “Y ella se puso de pie y le dieron de comer”, afirma san Marcos. En esta época de tiempos difíciles, a mi alrededor he visto rostros entristecidos, gente llena de vida que ya bajó los brazos y aceptó la derrota cuando, tal vez, la pelea apenas empieza. Siento que debemos desterrar el desánimo y la falta de fe. Nos toca creer y atender al llamado que Jesús nos hizo hace más de dos mil años, porque se refería a cada uno de nosotros cuando ordenó a ese cuerpo inerte “A ti te digo, levántate”. Este día es el momento para levantarnos, recomenzar, entregar a Dios nuestros afanes, acercarnos más a él, y trabajar por nuestros sueños. Para que el libre albedrío, que Él nos entregó, opere a favor de los planes que tiene para nosotros.