¿QUIÉN ESTÁ EDUCANDO AL PUEBLO?
¿Qué tenemos que hacer?
Cuarto Domingo de Pascua. Todas las lecturas de la Liturgia de la Palabra son preciosas y sumamente catequéticas. La primera lectura, deja ver la sensación de pena y dolor de un pueblo que hizo lo que no debía, simplemente porque se dejó llevar por los arrebatos de locura, de gente asustada, porque temían que le fuera quitado el poder que tenían frente a los romanos. Ellos se sentían representantes del Dios de Moisés, y eran “fieles” a la ley que Dios les había dado. No entendían o no querían entender, esas mismas Escrituras que se sabían hasta de memoria, pero que no deseaban aceptar, porque iban en contra de sus intereses. Pedro les exhortaba diciendo: “Escapad de esta generación perversa”. Dice el libro de Los Hechos de los Apóstoles, que se arrepintieron y que ese día se bautizaron y se agregaron unos tres mil, deseosos de ser partícipes del don del Espíritu Santo. “Porque la promesa vale para ustedes y para sus hijos y además, para todos los que llame el Señor, Dios nuestro aunque estén lejos.” Tanto el Salmo 22, como el Evangelio según San Juan, hablan de Jesús como pastor. Juan es el único que narra este pasaje de Jesús, donde él mismo se llama Buen Pastor, haciendo referencia a lo narrado por Jeremías 23, 1-3; y Ezequiel 34, 1-31, en el Antiguo Testamento: “Jesús es el verdadero Pastor anunciado por los profetas que condenaba a los falsos profetas que extraviaban al pueblo judío. Jesús es la puerta. Por él hay que pasar para entrar en el redil. Jesús da su vida por sus ovejas a las que ama. Pero además viene a reunir a todos los hombres en un único rebaño. (Tomado de la Biblia de Jerusalén, Edición Pastoral) Es Jesús mismo quien hace la diferencia entre el asalariado, al que no le importan las ovejas y el verdadero Pastor, aquel que da la vida por sus ovejas, a las que conoce y llama por su nombre. Estamos viviendo un mundo cada vez más de asalariados, y muchas veces se nos olvida “que no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (Mt 4,4) El Señor nos manda también a soportar el sufrimiento, viéndolo “como una cosa hermosa ante Dios”, especialmente cuando lo hacemos por obrar el bien. Hemos sido curados por sus heridas, y hemos vuelto al Pastor y guardián de nuestras vidas” (1P 2, 20b-25). Muchas veces en este mundo en que vivimos, pasamos muchos dolores, por actuar conforme el mensaje de Jesús de Nazaret. Eso se llama sufrir por Cristo. Mantener hoy los valores cristianos frente a todo lo que viene de fuera, es sufrir por Cristo. Mantener los criterios claros y siendo responsables a lo que nos hemos comprometido, es sufrir por Cristo. Trabajar por la justicia frente a tantas injusticias que nos rodean, es sufrir por Cristo. Luchar por la verdad, frente a la discordia de unos pocos, es sufrir por Cristo. Luchar por la solidaridad de los menos, es sufrir por Cristo. Luchar frente a la apatía de los “buenos”, es sufrir por Cristo. Estamos cansados de la tanta soberbia, arrogancia, y prepotencia que produce el dinero mal habido. Poderoso caballero don dinero. Que nubla el sentido real y correcto de la vida, y muchas veces nos deshumaniza. Nos convertimos cada vez más en asalariados. Nuestras acciones se vuelven actos instintivos, sin asumir lo que conlleva lo que hacemos, tanto para nosotros como para los demás. Se pierde la pasión del deber cumplido. El que actúa en lo correcto, es decir, entrar por la puerta, “sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador”. (Jn 10, 1) Todo aquel que asume un trabajo por el que no está capacitado, está engañando y no está actuando correctamente. ¿Son los padres de familia, hoy, como el Buen Pastor del Evangelio, al que les preocupan sus ovejas, o son como el asalariado, que cuando la cosa se pone difícil, abandonan a sus hijos, a veces enviándolos fuera del país, para que sean otros los que “carguen con ellos”? ¿Son los maestros, como el Buen Pastor, a los que de verdad, les preocupan el resultado de su gestión de educadores de la verdad, del amor, de la justicia, o simplemente son asalariados? ¿Son nuestros políticos, como el Buen Pastor, o son simplemente asalariados, que corren detrás del dinero? Este es un buen momento para evaluar la calidad de los mismos, y si de veras les preocupan “sus ovejas”. ¡Señor, ayúdanos a ser desinteresados y generosos y actuar en la vida conforme a Tu Santa Voluntad! Amén.