COSAS DE DUENDES

El “caminante” del túnel

Una vez me llevé un gran susto en el túnel de la avenida 27 de Febrero. Iba conduciendo con mi hijo Javier, que estaba pequeño y, de repente, en medio de aquel tráfico y en ese lugar oscuro y cargado de humo, se me apagó el carro. Era un vehículo de segunda mano, comprado hacía poco en Estados Unidos. El marcador estaba descontrolado, decía que tenía gasolina pero no era así. Llamé por teléfono pidiendo ayuda. Pero la persona que venía a rescatarme estaba a cierta distancia, además, debía meterse en el túnel que se encontraba muy congestionado por la hora.Eran las cinco de la tarde, y mi carro había creado una especie de cuello de botella al ocupar uno de los carriles. Fue un momento angustioso. Hacía calor pero no me atrevía a bajar los cristales porque el humo perjudicaba al niño que sufría de asma alérgico. Pensar en apearlo era aún peor, porque los carros nos pasaban por el lado a toda velocidad, cuando lograban abrirse paso en medio del atasco. Yo estaba afuera y sentía que me encontraba en peligro. No sabía qué hacer. Le gritaba a Javier: “No trates de salir, quédate tranquilito”. Mientras, él asentía con la cabeza con una carita de susto. Cada vez que observaba el tapón me decía que tendría que esperar mucho para recibir ayuda. De repente, como en las películas, una patrulla uniformada emergió de en medio del montón de vehículos. Un amable agente de la AMET preguntó qué le pasaba al carro, quería saber si iba a necesitar una grúa. Le dije que no, que se había quedado por gasolina y, entonces, se ofreció a ir a comprármela. Le expliqué que alguien ya venía en camino. Así que colocó unos triángulos color naranja para que los vehículos no pasaran tan cerca de nosotros y se quedó acompañándonos hasta que vinieron a rescatarnos. Desde ese día, cada vez que me tocaba hablar de cosas que funcionan bien en el país, solía citar la patrulla de vigilancia del túnel. Pero, como sigo transitando por la zona, en las últimas semanas me he preguntado si aquel servicio tan eficiente no está funcionando ya. Es que en tres ocasiones, en menos de un mes, me he encontrado con un hombre, supongo que padecerá problemas mentales, aunque no tiene apariencia de ello, que atraviesa el túnel a pie y en vía contraria, desde el Oeste en el carril que circula hacia el Este, temprano en la mañana. La presencia de este hombre es un peligro para su vida y las de los que circumos por allí. Ayer debí frenar casi de golpe cuando surgió de la oscuridad del túnel, pues tiene muy poca luz. Creo que quienes vigilan esta vía deben mantener la eficiencia en el servicio, de la que fui testigo. Esto debe incluir no sólo ir en auxilio de los vehículos dañados, sino evitar cualquier situación que ponga en peligro la seguridad de los ciudadanos. Prevenir evita desgracias.

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