DESARROLLO COMUNITARIO (4)

Uso sostenible de la tierra

EL EXITOSO PROGRAMA SABANA YEGUA SOSTENIBLE PROMUEVE ESTA PRÁCTICA EN LA REGIÓN SUR DEL PAÍS

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Yaniris LópezPadre Las Casas, Azua

La finca del agricultor Amaury Morillo en El Palero, Padre las Casas, dista mucho del tipo de conuco que, por tradición, se asocia a los cultivos del sur del país. En 180 tareas crecen plantas de aguacate, limones, plátanos y guineos, café, naranjas dulces y agrias, caoba, pinos y mandarinas. También hay flores, ovejos, un reservorio de agua y yerba guinea. Es una finca demostrativa que en los últimos años ha servido para enseñar lo que se puede lograr con el manejo sostenible de la tierra. Claro que no siempre fue así. La mayoría de las fincas de la zona se dedica a la siembra de cosechas migratorias que representan ingresos de subsistencia para los agricultores, pero que no garantizan la sostenibilidad. El cambio, la capacitación, las fincas modelo y administrativa, las barreras muertas y vivas y el hablar de manejo sostenible de la tierra y de los recursos naturales llegaron con el Proyecto Sabana Yegua Sostenible, que por decreto ejecuta la Fundación Sur Futuro en el sistema de las cuencas altas de la presa de Sabana Yegua, en coordinación con el Ministerio de Medio Ambiente y otras instituciones con recursos del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF) a través del PNUD. El proyecto beneficia a unas 77,000 personas y se desarrolla en cuatro municipios distribuidos en las provincias San Juan (Bohechío), Azua (Padre las Casas y Guayabal) y La Vega (Constanza). Degradación y coberturaLas cuencas de los ríos Yaque del Sur (parte alta), Grande o Del Medio y Las Cuevas aportan alrededor de 354 millones de metros cúbicos de agua al embalse de la presa de Sabana Yegua. La calidad de vida y de los recursos naturales en la zona, hasta el 2008, eran desalentadoras, explica Ramón Santana, coordinador local del Sabana Yegua Sostenible. Alrededor del 60% del área está dentro de dos parques nacionales y tres reservas forestales, mientras el 40% restante se encuentra en estado de degradación con apenas un 5% bajo algún tipo de cobertura (pino, café, bosque seco y agricultura permanente). La pérdida del suelo, que en esta área tiene una pendiente mayor al 30%, se estima en 120 toneladas de hectáreas. “El destino final de todo ese suelo que se pierde dentro de la cuenca es el embalse de la presa de Sabana Yegua”, señala Santana. Desde la puesta en funcionamiento de la represa en 1979 se ha notado una reducción de un 13% en el almacenamiento del agua, según datos de un estudio realizado en 2009 para medir su capacidad real de almacenamiento. Existen en la zona, además, condiciones de pobreza extrema y precariedad en los servicios de salud, educación, vivienda y energía. Los agricultores no disponen de recursos para poner a producir la tierra o desconocen técnicas apropiadas para la producción y a las autoridades locales les cuesta aplicar leyes para enfrentar la violación a los recursos naturales. “La presa tiene una vital importancia para el desarrollo de la cuenca y yo diría que para casi toda la región sur, porque aproximadamente unos 600 mil habitantes dependen de ella para irrigación, electricidad y servicios domésticos”, dice Santana. Manejo sosteniblePromover el manejo sostenible de la tierra y empoderar a los habitantes para que participen en programas de desarrollo ha sido el objetivo del proyecto que comenzó en noviembre del 2005 y concluirá en octubre de 2011. El trabajo comenzó, como dice Franklin Ferreras, coordinador del área social, organizando todo desde la base, con la creación de comités de desarrollo comunitarios (CDC) y zonales integrados por asociaciones diversas que se fueron articulando hasta formar el Consejo de Manejo de Cuencas. “El objetivo es que ellos tomen conciencia, valoren la tierra y asuman su empoderamiento haciendo suyo este proceso, porque ¿quién mejor que ellos para hacerlo, que viven allí, que la ponen a producir? Estas organizaciones comunitarias ponen en evidencia lo que es el liderazgo y la representación participativa”, señala Ferreras. ¿Qué se ha logrado? Mejoras de la tierra, acceso a financiamientos y elaboración de planes de desarrollo en más de 45 comunidades de la cuenca. Quinientos productores han iniciado ya prácticas de manejo sostenible, como la adaptación de las tierras a modelos silvopastoriles (combinación de animales y plantas forestales en el mismo espacio), a modelos agroforestales (árboles perennes con frutales, café o musáceas y otros cultivos menores) y a modelos completamente forestales. A la fecha se han atendido más de 9,000 tareas forestales, más de 8,000 tareas agroforestales y más de 5,000 tareas silvopastoriles; se han rehabilitado muchas plantaciones de café y se han puesto en funcionamiento parcelas improductivas. Los productores han aprendido, dice Jean Carlos Mena, encargado del sistema de información geográfica de Sur Futuro, que aunque estos sistemas son más lentos en la percepción de ingresos a la larga les proporcionan mayores beneficios económicos y les garantizan el uso razonable de los recursos. Así lo han entendido productores como Jesús Galván, presidente del comité de desarrollo zonal en el distrito municipal La Siembra. “Antes no pensábamos en el agua, a partir del proyecto hemos rescatado varias fuentecitas que teníamos por ahí y con la ayuda de la Fundación tenemos algunos reservorios. Antes sembrábamos habichuela y ahora se habla de aguacate y limón. Hacemos barreras muertas y vivas, y no es que no sabíamos lo que eran, sino que nos faltaba la orientación de los técnicos para hacerlo”. LAS FINCAS MODELO Y LA EROSIÓN DE LOS SUELOS Enseñar a los agricultores el principio de sostenibilidad ha sido reto muy significativo, asegura Felipe Galvá, presidente del Consejo de Cuencas de Sabana Yegua Sostenible y síndico del municipio de Bohechío. “Sur futuro ha hecho amarres para llevar facilidades a nuestras comunidades. En las fincas modelo se les enseña al agricultor cómo manejar la tierra, como evitar la erosión. Se le ha enseñado que no sólo se vive del conuquismo; que estos procesos, aunque duran más tiempo, son más sostenibles y les dan más beneficios”, asegura. ErosiónPara hacerle frente al problema, hace dos años Sur Futuro inició un programa de medición de la erosión del que se encarga el agrónomo Alfonso Morillo. Mediante un práctico sistema de recolección, se toman muestras de las lluvias caídas en los cultivos de ciclo corto y perenne; estas se analizan en un laboratorio y se mide el impacto en cada modelo. “El resultado es muy evidente: los suelos que han cambiado al modelo de cobertura agroforestal han mejorado mucho, casi un 80%”, afirma Morillo.

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