FÁBULAS EN ALTA VOZ

Censura para las canciones obscenas

Para que un disco suene en una de las emisoras de la ciudad donde reside Tonny, debe llenar todos los requisitos establecidos por las autoridades competentes. Una comisión formada por profesionales del área del arte, expertos en filosofía y letras, así como por artistas que se encargan de preservar los valores a través de la música, tiene a su cargo velar por el cumplimiento de las leyes de radiofonía. Todos aportan sus conocimientos y es así como inmediatamente llega una canción a sus manos, la evalúan y luego sacan conclusiones. Si determinan que es necesario que el autor la reformule, se lo hacen saber; pero si la pieza no cumple con los reglamentos que manda la ley, entonces no puede ser colocada en ningún espacio radial. Esto se paga caro. Tan drástica es la pena para las estaciones que violenten estas normas que no sólo son sancionadas por un tiempo determinado, sino que pueden ser cerradas de forma indefinida. Pero el precio del error no se para ahí. Los artistas que se atreven a burlar estas leyes también reciben su cuota de responsabilidad. Además de enfrentar los cargos impuestos por la justicia, deben afrontar el desprecio de la población que, a la larga, es más triste y duro para ellos. De verdad que en la ciudad donde reside Tonny no hay temor de ir a una plaza pública con niños, pues allí el término seguridad comprende no sólo cuidar la integridad física de los infantes, sino también su desarrollo emocional, el cual puede empañarse hasta con las letras impuras de una canción. Esto se evita a toda costa. Para los artistas lograr el éxito deben ampararse en letras que sumen, no que resten. Saben que en este lugar la censura es un hecho, y por ello hasta poco trabajo le dan a la Comisión, pues cuando se atreven a llevar a evaluar una canción es porque están seguros de que ésta cumple con los requisitos impuestos. Pero qué triste cuando Tonny regresa de aquella ciudad fabulosa precisamente al escuchar una canción de las tantas que suenan en nuestra República Dominicana. De esas que dan vergüenza oírlas hasta en privado. Es en ese momento cuando de verdad él, como otros dominicanos, se pregunta si fue que cuando falleció Doña Zaida también murieron la decencia, la moral, la pulcritudÖ en la música nacional. Pero también cabe la interrogante de que si es que ya no existe una Comisión de Espectáculos Públicos que se encargue de depurar toda la basura que desde que nos levantamos hasta que nos acostamos oímos en emisoras del país sin el menor reparo en lo que significan los buenos principios. Muchos de nosotros de seguro que recordamos aquellos momentos en que una canción era sacada del aire por cualquier detallito que representara una amenaza para la moral de la población. Difícil es olvidar, por ejemplo, los ataques de Doña Zaida contra el Conjunto Quisqueya por asuntitos que ahora son nimiedades ante la cantidad de palabras obscenas que de principio a fin “componen” muchas de las canciones de artistas que suenan en la radio. La pelota está en la cancha de las autoridades, pero mientras tanto vamos a conformarnos con vivir por un instante en la ciudad de Tonny donde existe la censura para las canciones obscenas. Para comunicarse con la autora martha.queliz@listindiario.com Para un disco sonar en una de las emisoras de la ciudad donde reside Tonny, debe llenar todos los requisitos establecidos por las autoridades competentes. Una comisión formada por profesionales del área del arte, expertos en Filosofía y Letras, así como por artistas que se encargan de preservar los valores a través de la música, tiene a su cargo velar por el cumplimiento de las leyes de radiofonía. Todos aportan sus conocimientos y es así como inmediatamente llega una canción a sus manos, la evalúan y luego sacan conclusiones. Si determinan que es necesario que el autor la reformule, se lo hacen saber; pero si la pieza no cumple con los reglamentos que manda ley, entonces no puede ser colocada en ningún espacio radial. Esto se paga caro. Tan drástica es la pena para las estaciones que violenten estas normas que no sólo son sancionadas por un tiempo determinado, sino que pueden ser cerradas de forma indefinida. Pero el precio del error no se para ahí. Los artistas que se atreven a burlar estas leyes también reciben su cuota de responsabilidad. Además de enfrentar los cargos impuestos por la justicia, deben afrontar el desprecio de la población que, a la larga, es más triste y duro para ellos. De verdad que en la ciudad donde reside Tonny no hay temor de ir a una plaza pública con niños, pues allí el término seguridad comprende no sólo cuidar la integridad física de los infantes, sino también su desarrollo emocional, el cual puede empañarse hasta con las letras impuras de una canción. Esto se evita a toda costa. Para los artistas lograr el éxito deben ampararse en letras que sumen no que resten. Saben que en este lugar la censura es un hecho, y por ello hasta poco trabajo le dan a la Comisión, pues cuando se atreven a llevar a evaluar una canción es porque están seguros de que ésta cumple con los requisitos impuestos. Pero que triste cuando Tonny regresa de aquella ciudad fabulosa precisamente al escuchar una canción de las tantas que suenan en nuestra República Dominicana. De esas que dan vergüenza oírlas hasta en privado. Es en ese momento es cuando de verdad él, como otros dominicanos nos preguntamos si fue que cuando falleció Doña Zaida también murió la decencia, la moral, la pulcritudÖ en la música nacional. Pero también cabe la interrogante de que si es que ya no existe una Comisión de Espectáculos Públicos que se encargue de depurar toda la basura que desde que nos levantamos hasta que nos acostamos oímos en emisoras del país sin el menor reparo en lo que significan los buenos principios. Muchos de nosotros de seguro que recordamos aquellos momentos en que una canción era sacada del aire por cualquier detallito que representara una amenaza para la moral de la población. Difícil es olvidar por ejemplo, los ataques de Doña Zaida contra el Conjunto Quisqueya por asuntitos que ahora son nimiedades ante la cantidad de palabras obscenas que de principio a fin “componen” muchas de las canciones que suenan en la radio de artistas nacionales e internacionales. La pelota está en la cancha de las autoridades, pero mientras tanto vamos a conformarnos con vivir por un instante en la ciudad de Tonny donde existe la censura para las canciones obscenas.

Tags relacionados