HECHOS
Un acto salvador
(5 de 5)Resurrección La Pasión y Muerte de Cristo no fue puramente romántica. Sus padecimientos no eran sólo un gesto de solidaridad con la miseria ajena; era un acto auténticamente salvador. Cristo murió para resucitar. Precisamente los cristianos son bautizados para simbolizar la muerte y la resurrección victoriosa de Cristo. En la tarde de aquel día de resurrección, dos discípulos caminaban hacia una aldea situada a dos horas de Jerusalén, de nombre Emaús. Iban hablando tristemente de los últimos sucesos referentes a la crucifixión de Jesucristo, y mientras conversaban y discurrían, el propio Jesús se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos estaban impedidos de reconocerlo. El Maestro les preguntó sobre el tema de su conversación. Ellos se sorprendieron de que alguien ignorara las recientes noticias dramáticas. Después de declararse desilusionados por no ver establecido el reino mesiánico, le expresaron su asombro acerca de lo dicho por unas mujeres que habían encontrado vacío el sepulcro. El Maestro los amonestó y expuso, mediante todas las Escrituras, sobre las predicciones mesiánicas en el Antiguo Testamento. Posteriormente, sentado a la mesa con ellos tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se los dio. Entonces sus ojos se abrieron y lo reconocieronÖ pero Él desapareció de su vista. La aparición se desvaneció, porque no era más que el signo sensible de la presencia viva en sus almas. En esa mañana el privilegio de ellos no fue mayor que el nuestro; ellos, así como debemos hacerlo nosotros, lo reconocieron sólo con los ojos de la fe.

