TRIBUNA ABIERTA]

¿Cazador o presa?

El Señor que es todo orden, todo equilibrio, creó al mundo de forma tal que el hombre pudiera alimentarse de lo que Él puso en sus manos (Cf. Gn 1,29-30), de igual manera, muchos animales, por más pequeños e insignificantes que parezcan, forman parte de la cadena alimenticia de otro, es una posible presa, y el otro, el más astuto, paciente, perseverante, necesariamente no el más fuerte es el cazador, a estos animales no les quedan de otra, más que huir para no dejarse atrapar del cazador, no tienen otro medio de supervivencia. Muchos animales tienen habilidades especiales de esconderse, de camuflajearse y se confunden con el entorno, pasan desapercibidos... pero lo interesante de esta armonía del creador es que ningún animal cazador caza más de lo que necesita... excepto el hombre...desde antaño el hombre como cazador rompió la armonía, ya no cazaba como parte de su sustento, sino por placer, provocando extinciones de especies... Ahora bien independientemente de que muchos seres humanos han desvirtuados la función de los cazadores, quiero puntualizar unos aspectos de interés de ellos: 1. El cazador ubica a la presa y fija una meta. 2. Observa su comportamiento, aprende de ella, sus debilidades y fortalezas. 3. Persigue a la presa adonde quiera que vaya. 4. El cazador espera el momento oportuno para accionar. Tiene paciencia. 5. Si no pudo conseguir la presa en un momento, lo sigue intentado. No se rinde. Se es presa no porque esté establecido por el Señor, es presa porque se dejó cazar, atrapar. Las presas lo son por los siguientes puntos: 1. No enfrentan su realidad. 2. Fruto de estar huyendo el cansancio la vence. Falta de perseverancia. 3. Se sienten impotente, débiles. Límite. Observemos el mundo animal, no todos los animales se dejan cazar, y es precisamente porque Dios es todo armonía, cada ser viviente por más pequeño que sea, desarrolla esas habilidades de cazador y por eso no se dejan atrapar no son presas, o por el contrario, la especie animal estuviese en extinción. Para llegar a tener éxito en los diferentes planos de la vida, trabajo, familia, estudio, siguiendo a Cristo, se debe asumir la actitud de cazador, fijar una meta, aprendiendo de cada circunstancia, de las debilidades, de las fortalezas, darle seguimiento a todo lo que nos toca realizar, tener paciencia, no adelantarnos, desesperarnos, aunque el fracaso llegue a la puerta, rendirse nunca jamás. Todas estas acciones debe estar sustentadas en la confianza de que se logrará, pero no depositada en humanos, sino en el Señor “No estaba en mi arco mi confianza ni mi espada me hizo vencedor”, Sal 44,7.

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