FÁBULAS EN ALTA VOZ

Iglesias repletas en Semana Santa

Ya estamos en Semana Santa y, como todos los años, los dominicanos usamos este tiempo para reflexionar y acercarnos más a la verdad que es seguir el camino del Señor. Viejo Leo es uno de los que se siente orgulloso de vivir en una ciudad donde todo el mundo camina por el mismo sendero: el de Dios. Le agrada ver cómo niños, jóvenes, adultos y envejecientes, se unen en un sólo clamor para alabar al Todopoderoso durante la Semana Mayor. Aunque en esta ciudad donde reside el Viejo Leo no se espera a que llegue la Cuaresma para honrar a Jesús. El año completo es para reconocer su grandeza, su misericordia para con nosotros, su humildad para acogernos en sus brazos y el poder que tiene para resolver nuestros problemas. Pero claro, esta época es especial. Cuando se habla de Semana Santa, todo se magnifica. De ahí que los dominicanos se ponen a sus pies para agradecer el sacrificio que hizo por la humanidad hasta el punto de aguantar los más humillantes vejámenes y la muerte más cruel de la historia. Viejo Leo, como el resto de los residentes en la ciudad, reconoce su grandioso acto de amor y, por ello en Semana Santa recuerda con tristeza y admiración la entrega de Jesús al prójimo. Una razón más que suficiente para que la humanidad en esta Semana Mayor se abstenga, como lo hacen los dominicanos, de tomar el asueto para irse de parranda a la playa, a los ríos, a las piscinas o a la montaña, donde intervienen los factores más contraproducentes con el acto de amor de Jesús para con nosotros. Por suerte que aquí, en sustitución de estos lugares tenemos iglesias que, con sus variadas actividades alegóricas a los hechos que marcaron el antes y el después de la historia, consiguen atraer a toda la comunidad para que reviva aquellas escenas que, a más de dos mil años de ocurridas, todavía perdura en la memoria de quienes creen fielmente en Jesús. A Viejo Leo le satisface que los dominicanos se mantengan en pura reflexión respecto al hecho que hace que esta población y el mundo en sí, actúen apegados a los preceptos religiosos que recuerdan aquel momento en que Jesús con su cruz a cuestas, fue sacrificado hasta morir por nosotros. Hoy en día los dominicanos honramos su acción, lo lamentable es que irónicamente lo hacemos aprovechando los días libres que tenemos en la escuela o en los trabajos para irnos a un lugar que no sólo nos ofrezca descanso, sino también vicios y gozadera a tal punto que nos olvidamos que con esta actuación lo que hacemos es celebrar de mala manera la muerte de Jesús por nosotros, como si se tratara de un cumpleaños, de una boda, una graduación o cualquier otro festejo. A Viejo Leo le duele el irrespeto con el cual se comporta la gente en estos días, y por esa razón fue que decidió viajar a una fábula para ver cuán distinto sería todo si la Semana Mayor realmente se utilizara para reflexionar sobre el hecho y para acercarnos más a Jesús. De ser así no hubiera que recurrir a un contingente de personas para realizar el operativo de Semana Santa que busca evitar accidentes, ahogamiento, intoxicación, y otros de los tantos sucesos que llevan el luto y la desesperanza a muchos hogares dominicanos. Pero las cosas no parecen cambiar y a Viejo Leo sólo le queda seguir aferrándose a la fábula de ver a los dominicanos recogerse para reflexionar en estos días.

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