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EN OTRA DIMENSIÓN

¡Ay, Freddy Beras!

Le escribo al hijo de la amiga íntima de mami en otra de esas pequeñas historias. Trata de no morirte ¡mano!, porque el miércoles en la noche yo, que ya soy una señora mayor, estaba tomando mi último calmante para uno de esos problemas “dentales”, que tu sabes, pero que no haremos públicos. Se me cayó otra vez el diente ese que te ponen mientras pagas un dineral y te ponen el otro. Pero bueno, el caso es que la risa tan grande que me dio con este tema de Wilfrido Vargas, que tú bien sabes que yo era una jovencita aunque nadie lo cree (pues no sé por qué ignoran que uno también fue jovencito), pero fui parte como periodista de ese grupo de ustedes, pues te repito que me reí tanto que hasta un vecino vino a preguntarme qué me pasaba. A todo esto yo andaba buscando mi muelita de ciento y pico de mil pesos por toda la sala. Qué bueno ese programa, sobre todo para aquellos que éramos dueños de las noches y ahora no nos atrevemos ni siquiera a salir a ver la luna hermano, ¿y por qué? ¿nos quitaron la ciudad? Pues parece que sí. Ahora todo lo organizamos en las casas y nos quedaremos o mejor dicho se quedarán ellos, los nuestros, sin conocer los lugares donde crecimos sus padres, entre ellos, tus hermanos y los míos. Cuando mami era dueña del hotel Estrella y tu papá la ayudaba tanto junto a tu madre, qué pena la verdad. Para mí, tu mamá siempre será mi tía Angiolina. Estas notas, Freddy, que escribo para LISTÍN hace ya casi dos años, son como me gusta llamarle “pequeñas historias”, y aunque son diferentes a lo que escribía antes, el gran público me ha aceptado y me siento superbien. Espero que te hayas reído con lo de la muelita, parte verdad y parte “Cantinflas”, porque sabes cómo cobran los dentistas ahora. Un gran abrazo y nunca olvides a aquellos que están en sus casas, como esa noche. Muaaaa….

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