¿QUIÉN ESTÁ EDUCANDO AL PUEBLO?

¿Quién dice la gente que soy yo?

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Maruchi R. De ElmúdesiSanto Domingo

Esta frase del “Evangelio de hoy” siempre nos ha llamado la atención. Nos hace reflexionar sobre la importancia que tienen nuestras actitudes para con los demás, y nuestro ejemplo de vida. Porque es claro que como hagamos las cosas a nuestros hermanos, igualmente se nos devolverá. La vida es como un bumerang, siempre regresa al origen, queramos o no. Veamos, por ejemplo, cómo la violencia atrae la violencia; cómo la paz lleva a la paz. Cuando estamos violentos, todo a nuestro alrededor está en guerra. Pero qué difícil es vivir en paz en medio de tantas dificultades, como se nos presentan cada día, en medio de tantas injusticias, frente a las que nos sentimos incapacitados de resolver. Y entonces nuestras actitudes dejan mucho que desear. Para eso se necesita de mucha oración y sacrificios. ¿Por qué Jesús haría esa pregunta a sus discípulos? ¿Le importaba a Jesús lo que la gente decía de Él? ¿Será necesario para llevar el Mensaje de Salvación a los demás cómo nos ven los demás? El Señor nos ha dicho que un ciego no puede guiar a otro ciego, pues los dos se caerían al abismo. Siempre se ha dicho que el ejemplo puede más que las palabras, porque éste arrastra. ¡Señor ayúdanos a ser modelos de virtud para los demás, que tanto esperan de nosotros! ¿Cómo supo Pedro quién era Jesús? Es necesaria una gracia de “revelación que viene del Padre”. ¿Pedimos nosotros esa gracia? ¿Estamos continuamente en contacto con el Padre, para pedirle discernimiento en estos momentos de tanta confusión? Recordemos cómo nos dice San Pablo: nos hemos revestido de Cristo con nuestro Bautismo. Somos, pues, otros Cristos. Actuemos como Él actuó: haciendo el bien. ¿Cuál es la voluntad del Padre para mí, aquí y ahora? ¿Qué está pasando con los cristianos en el mundo de hoy? ¿Por qué mucha gente no quiere nada con la religión? ¿Seríamos capaces de hacerle ésta misma pregunta que hizo Jesús al que está cerca de mí? ¿Quién dice mi esposo/a que soy yo? ¿Quién dice mi o mis hijos/as que soy yo? ¿Quién dice mi amigo/a que soy yo? También se lo podemos preguntar a todo el que trabaja con nosotros. La lista es larga. Nos asombraríamos del resultado. Especialmente si se lo preguntamos a nuestros hijos pequeños. Y es que, ¿Cómo podemos decir que somos cristianos si vivimos como paganos? Nos hemos dejado embaucar por nuestra sociedad hedonista, individualista y consumista. Y, si no hemos aprendido a vivir la Paz de los Hijos de Dios, ¿cómo podemos reaccionar diferentemente de los demás? Vamos a reconocer que hemos fallado alguna que otra vez, y como cristianos vamos a pedir perdón, de arrepentirnos, y de hacer el propósito de no volver a ofender nunca más a quien sea, manteniéndonos firmes en el amor de Dios. Es por eso que tenemos que estar alertas, en relación con nuestras actitudes para con los demás. Sabemos que es difícil, pero solamente con la ayuda del Dios consolador y Misericordioso, podremos lograrlo. Somos los instrumentos del Señor para llevar el evangelio al mundo de hoy, y lo logramos si antes nos ponemos en paz con nosotros mismos primero y con los demás después. --después, no vamos a lograr éxito en nuestros objetivos. Para ser verdaderos evangelizadores es necesario “configurarse con Jesucristo y estar dispuesto a dar la vida” por los demás, aunque nos duela, como nos decía la Madre Teresa de Calcuta. Desde el pasado 17 de junio visita nuestra tierra la urna con las reliquias de Don Bosco, el Santo de los jóvenes, vamos a pedirle, que vele por nuestro Pueblo, por nuestras familias y especialmente por nuestra juventud, para que se mantenga firme en su fe, y en el actuar, que sean fermento de una nueva sociedad, que tanto necesita de sangre nueva y sana, libre de tanta corrupción y maldad. Amén

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