REALIDAD Y FANTASÍA
Los cráteres de la luna
La lluvia ha convertido la ciudad en un caos. El lamentable estado de los drenajes pluviales no permite el escape apropiado del agua y las calles se vuelven brazos de mar. La desesperación se apodera de aquellos que impotentes, sufren desperfectos en sus carros, causados por la inundación. Cuando cesa el aguacero y finalmente el agua desaparece, ¡por arte de magia surgen los huecos! Las calles aparentemente muy bien asfaltadas, están convertidas en coladores, los carros tienen que hacer malabares para sortear los hoyos que en ocasiones adquieren la dimensión de cráteres, parecidos a aquellos de la luna. Yo me pregunto si será que el asfalto es de mala calidad o que el contratista se ahorró un dinero aplicando menos capas. Como siempre, la ciudadanía es la que sale perjudicada. Alguien debería hacer un recuento de las calles que se han deteriorado con las últimas lluvias, a esto además agregar la cantidad de accidentes que está ocasionando el estado lamentable de las vías. Sería muy interesante establecer el tiempo que se toma recorrer la ciudad de la avenida Máximo Gómez a la Winston Churchill durante un aguacero y luego, cuando el agua se ha ido y los huecos se apoderan de las maltrechas calles y avenidas. Desplazarse de un lugar a otro se ha convertido en estos días en una empresa que le destroza los nervios, causa mal humor y algunos otros males al pobre conductor que debe aventurarse por esas calles de Dios. No se si será una impresión mía, pero me parece que ahora hay más vehículos que nunca antes, ¿que habrá pasado? Tenemos un flamante metro.