ESTILISTAS
Los diseñadores discretos se imponen en la moda
Los diseñadores discretos y pragmáticos que guardan sus distancias respecto al sistema y los focos, como el modisto de Lacoste que sucede a Jean-Paul Gaultier en Hermès o el británico Giles Deacon, recién llegado a Ungaro, irrumpen con fuerza en el mercado de la moda. "Son estilistas para los que la moda debe tener sentido y no sólo brillo, lo que es una consecuencia directa de la crisis", recalca el consultor Jean-Jacques Picart a la AFP. "No son realmente creadores, de hecho prefieren el término de diseñadores. El ego, el 'too much', lo importable, todo eso pasó de moda", añade. En el mundo de la moda, los contratos son cortos, con frecuencia de dos o tres años. Y el mes de mayo es propicio para los cambios: "La próxima colección ya está hecha, lo cual trastoca menos las cosas", explica Donald Potard, asesor de estilistas. "Por supuesto que se piensa en el mercado", pero al contrario del futbolista que está operativo de inmediato, el modista tiene que instalar una colección entera y adoptar los códigos de la casa, agrega. "Incluso para romperlos", reconoce Olivier Saillard, el nuevo director del museo Galliera de la moda. El paso de una casa de costura a otra, frecuente desde los años 1960, parece acelerarse. Saillard estima que el paso de Gaultier por Hermès, donde dirigió siete años el prêt-à-porter femenino, permitió con el tiempo instalar un proyecto. Por el contrario, las casas que cambian de estilista al cabo de una temporada, como sucedió recientemente en Ungaro, entran en una dinámica "histérica", casi "cómica". "No hay receta, pero los buenos cambios se suelen hacer con la cabeza sosegada y sin efecto de anuncio", considera, citando como ejemplo la llegada discreta de Nicolas Ghesquière a Balenciaga en 1997, que se convirtió pronto en "uno de los creadores más influyentes", o la de Alber Elbaz a Lanvin en 2001. "Los creadores mejoran en el confort de una casa, pero no se consigue en una temporada", insiste. En opinión de Picart, habría que "imponerse no disparar a dar antes de la tercera colección: en la primera, el estilista muestra sus deseos. La segunda permite corregir eventualmente el tiro y la tercera confirma". La aceleración del juego convierte al modisto en una estrella y no lo lleva hacia "la humildad", cuando en realidad es el oficio, no los efectos, el que permite imponerse, como demuestra "el largo recorrido discreto de Véronique Nichanian", responsable de la moda hombre en Hermès desde hace más de 20 años. Los diseñadores "traspasados" recientemente -Christophe Lemaire en Hermès y Giles Deacon en Ungaro- se mantienen más anclados "en la realidad, menos en los brillos", asegura Picart. "Se mueven menos en el exceso, la ostentación, la futilidad que algunos de sus predecesores", y no es tanto un tema de generación (Lemaire tiene 45 años y Deacon 40) sino una nueva actitud vinculada, según él, a la crisis. El número de traspasos recientes es, en opinión de este consultor, "más bien una buena señal" para el sector. Y, según algunos observadores, la temporada de cambios podría traer otras sorpresas.